“Procuremos estimularnos unos a otros para poner en práctica el amor y las buena obras” (Heb.10,24).
Este es el mensaje del Papa para la Cuaresmas 2012 publicado el 7 de febrero. Es una encarecida invitación a “caminar juntos en la santidad”.
Eso es lo que vivieron los Mártires Oblatos recién beatificados: una santidad “colectiva”, comunitaria, tanto en Pozuelo como después en la cárcel. Vivían heroicamente en un ambiente radicalmente hostil a la vida consagrada. “En aquel período descendió sobre España, como lluvia ácida, corrosiva, un tal furor antirreligioso que contaminó gravemente la sociedad, hasta secar en el corazón de muchos los sentimientos de bondad, de humanidad, de fraternidad”, recordaba el Cardenal Amato en su homilía (ver más abajo).
Ellos se estimulaban recíprocamente en la tensión a la santidad para ayudarse a permanecer firmes en la fe y en su vocación. Como botón de muestra, basta un solo ejemplo, el del Beato Clemente Rodríguez :
“Estuve con él durante unos momentos. Recuerdo que le pregunté cómo estaba de ánimo y me dijo: "Estamos en peligro y tememos que nos separen; juntos, nos damos ánimo unos a otros. Con todo, si hay que morir, estoy dispuesto, seguro de que Dios nos dará la fuerza que necesitamos para ser fieles”
Testimonio aportado por su hermana, religiosa de la S.F.B.
En la foto, Fray Nemesio González Riaño, monje trapense, sobrino del Beato Serviliano Riaño, llevando un centro de rosas rojas, cierra la procesión-ofrenda de las palmas, símbolo del martirio.
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