Los Mártires Oblatos también son recordados en el Monasterio de San Salvador de Leyre, panteón de los primeros Reyes de Navarra, y en cuyo bosque el legendario abad San Virila se perdió extasiado ¿durante 300 años? escuchando el gorjeo encantador de un avecilla. En ese Monasterio románico vivía Fray Pedro Gil, de Luquin, hermano del Beato Justo Gil Pardo, hasta 2005, fecha en que Dios lo llamó a su Casa. Nos han dicho que fue Pedro quien mantuvo viva la memoria del martirio de su hermano Justo y sus 22 compañeros compañeros en ese histórorico monasterio. Esa memoria perdura. En el Nº 18, abril 2012, del Boletín de la Abdadía de Leyre Fr. Ramón Luis Mª Mañas, o.s.b., escribe una página sobre la beatificación y martirio de nuestros 23 Beatos y se detiene a evocar, lógicamente, la semblanza del Mártir de Luquin.
Fr. Pedro, que declaró como testigo en el proceso diocesano sobre su hermano y que tanto suspiraba por poder asistir a su beatificación, ahora la estará celebrando en el Cielo al lado de Justo ¡Bienaventurados los dos!
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