Cabalgamos con
el Cid Campeador por tierras de Castilla la Vieja, como la llamábamos antes,
hacia el histórico y milenario monasterio de Santo Domingo de Silos. A pocos
kilómetros de él se yergue el no menos histórico pueblo de Hacinas, cuyo nombre
evoca batallas y muertos “hacinados”. Eran otros tiempos. Después se implantó
sólidamente el cristianismo y ha sido la cuna de misioneros y mártires. De uno
de éstos queremos hablar hoy: Daniel
Gómez Lucas, primo por ambas partes de dos ilustres Misioneros Oblatos: el
P. Simeón Gómez y Mons. Sinforiano Lucas. Su hermano Lucinio, secretario de ayuntamiento y procurador, que asistió a la beatificación de los Mártires Oblatos en la catedral de
Madrid y llevó la palma de su hermano,
nos trasmite el testimonio de sus propias vivencias y las referencias de sus padres
y primos.
Auto presentación
Soy el hermano más pequeño del Siervo de Dios Daniel Gómez Lucas. Fuimos cinco
hermanos, de los que dos murieron de pequeños. Yo tenía seis años cuando murió mi hermano Daniel. Físicamente tengo un recuerdo
vago de él, ya que la última vez que lo vi debió de ser en el verano de 1935,
contando yo cinco años de edad. Las referencias que tengo son de las vivencias
de mi propia familia, tanto de mis padres como de mis primos, así como lo que
me han contando algunos vecinos del pueblo.
¿Cómo era su familia y cómo
fue la infancia de Daniel?
Nuestros padres se llamaban José y Anastasia.
La condición socioeconómica de mis padres era la propia de labradores y ganaderos
en un pueblo de sierra de la provincia de Burgos. Económicamente no era gente
de pobreza pero tampoco de riqueza; podemos decir que era de una clase media.
Mis padres eran gente de moral y muy religiosos.
El ambiente familiar que vive mi hermano es de
una dedicación al trabajo y de fuertes convicciones religiosas, rezando
diariamente el Rosario en la Iglesia o en la familia, participando en la
Eucaristía todos los domingos, e incluso algunos días de diario. En casa se
leían libros religiosos: vidas de santos, revistas religiosas como “La
Purísima” de los Misioneros Oblatos.
La relación de mi hermano con nuestros padres
y hermanos fue muy buena. Siempre les he oído que era muy alegre y cariñoso con
la familia y con la gente. Cuando venía de vacaciones, como yo era el hermano
más pequeño y mis padres estaban trabajando en el campo, me cuidaba a mí. Unos
vecinos del pueblo manifiestan que era muy alegre y comunicativo.
Un condiscípulo de su misma edad me contó que mi hermano Daniel era muy
responsable, muy dedicado al trabajo de la escuela y formal. Su comportamiento
con los compañeros era la propia de un niño de su edad.
Su formación religiosa debía ser muy buena, porque en casa se conocía de
memoria el catecismo del P. Astete y hasta recuerdo haber visto alguno comentado.
El comportamiento de Daniel en casa era muy bueno y no he oído ninguna
queja de mis padres con respecto a mi hermano.
Las virtudes en las que destacó Daniel fueron la obediencia y también
destacar la asistencia asidua a la escuela que, en aquella época, no era tan
frecuente como ahora.
Y su vocación oblata, ¿cómo
surgió?
Acerca del origen y desarrollo de la vocación religiosa y misionera puedo
decir que él llegó a conocer a los Misioneros Oblatos a través de unos primos (Mons.
Sinforiano Lucas y el P. Simeón Gómez) que pertenecían a esta Congregación. El
pueblo tenía bastantes religiosos y religiosas. A pesar de ser pequeño, tendría
unos doce años, ingresó en los Oblatos.
Todo lo que he declarado lo sé por las vivencias familiares.
De su vida de seminarista y religioso, ¿qué sabe
usted?
Yo creo que el comportamiento de mi hermano en
esta época era normal. Conservo en mi casa algún detalle, como un cuadro
religioso de san José y de la Inmaculada, que eran como un pequeño premio que
les daban en el Seminario Menor por buen comportamiento.
En cuanto a su comportamiento durante las
vacaciones ya he dicho que se quedaba cuidándome mientras mis padres habían de
marchar al campo y no me cabe duda que asistiría a los actos religiosos de la
Parroquia.
Del noviciado y su vida de religioso recién profeso,
lo único que puedo decir por referencias de
Oblatos del pueblo, mayores que él, es que Daniel era una persona muy integrada
en la Comunidad y buen religioso. En Pozuelo, la
única actividad de mi hermano en ese único curso que estuvo en el Escolasticado (1935-36) fue la de estudiar
y prepararse para el sacerdocio y las misiones.
¿Cómo se vivió en familia la
situación del hijo?
Es conocido, por formar parte de la misma historia de España, que el
ambiente sociopolítico en Madrid y sus alrededores en 1936 era de oposición a
la Iglesia y de persecución a todo lo que pudiera ser religioso. Las causas de
ese clima se podían achacar a un espíritu antirreligioso y anticlerical que
venían desde muy antiguo en España.
Yo puedo decir que, nada más estallar la Guerra Civil, para mis padres
comenzó un calvario pensando qué sería de su hijo Daniel por ser religioso y
estar en Madrid, puesto que, por el clima que existía, se les perseguía y se
les mataba. Los milicianos tomaron el Convento de Pozuelo donde los hicieron
prisioneros y que, posteriormente, fueron conducidos a la Dirección General de
Seguridad en Madrid. El único motivo de la detención fue por su condición de
religiosos, ya que ni mi hermano, ni los Padres, ni los otros compañeros
estaban metidos en temas políticos. En mi familia no había ningún antecedente
de tipo político.
¿Qué se sabía en casa sobre su
vida en clandestinidad y su muerte?
Por referencias de mi familia, supe que mi hermano se refugió en la casa
del sastre de la Comunidad, que fue posteriormente detenido y conducido primero
a la Cárcel Modelo y, más tarde, a la de San Antón. Sobre la vida en la cárcel
es conocido que habían de sufrir vejaciones, hambre y frío.
Yo creo que desde el momento en que los detuvieron preveían que su final
sería la muerte por su condición de religiosos. Supongo que su reacción ante la
muerte fue la aceptación de la misma por su condición de religiosos. Sobre si
eran conscientes de que les mataban por odio a la fe, reitero y afirmo que sabían
que la única causa para su persecución era la de ser religiosos. Su edad y sus
circunstancias personales y familiares, no permitían que existiesen otras
motivaciones.
El martirio tuvo lugar en una de las “sacas” el día 28 de noviembre de
1936, en el Cementerio de Paracuellos del Jarama. Parece ser que en el momento
de su muerte, uno de los Padres les dio la absolución y que alguien gritó:
“¡Viva Cristo Rey!”.
Nosotros nos enteramos en la familia en el transcurso de la misma guerra,
y lo que yo recuerdo son los lloros de mis padres en casa, y una cierta sensación
de no poder hacer nada ya que mis padres se encontraban en el pueblo, en la
zona “nacional” y no se podía venir a Madrid.
En Hacinas hubo más religiosos
asesinados. La familia y la gente ¿los consideraban mártires?
En la familia siempre hemos tenido a Daniel como mártir. Cuando venían
mis primos Sinforiano Lucas y Simeón Gómez, Oblatos, a visitar a mis padres, mi
madre siempre se emocionaba y éstos la reconfortaban con el pensamiento de que
tenía un hijo mártir.
En el pueblo existía una lápida de madera donde figuraba, a un lado, los
muertos en batalla y, al otro lado, los que habían sido asesinados por razón de
su condición de religiosos, y todo el mundo aceptaba que eran mártires. No se
quitó por ninguna razón política ni religiosa, sino por el simple deterioro de
la madera. Otro dato significativo es que cuando íbamos a encargar la misa por
mi hermano el 28 de noviembre, los distintos párrocos nos han dicho que la misa
se la dirían, aunque no hacía falta rezar por él sino rezarle a él por su
condición de mártir.
La fama de martirio continúa viva y de hecho en el pueblo existe una
asociación de tipo cultural que publica una revista, llamada “Amigos de
Hacinas”, en la que se habla de las personas importantes del pueblo, y en el
caso de mi hermano se ha hablado de él como mártir.
Nosotros, en la familia, nos encomendamos a mi hermano y yo, personalmente,
así lo hago y tengo la opinión de que fue un mártir por la forma en que murió
dando la vida a causa de la fe.
La fama de martirio continúa viva y de hecho en el pueblo existe una
asociación de tipo cultural que publica una revista, llamada “Amigos de
Hacinas”, en la que se habla de las personas importantes del pueblo, y en el
caso de mi hermano se ha hablado de él como mártir.Nosotros, en la familia, nos encomendamos a mi hermano y yo, personalmente, así lo hago y tengo la opinión de que fue un mártir por la forma en que murió dando la vida a causa de la fe.
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