Rosendo y Gabina, padres del Bº Serviliano
La hermana Sabina Riaño Herrero, religiosa de la Sagrada Familia de Burdeos, que reside actualmente en Barcelona, en la fase del proceso diocesano de Madrid, declaraba lo siguiente sobre su hermano, el beato Serviliano:
“Pasamos mucho tiempo sin saber nada más de él. Vivíamos
angustiados de no saber qué pasaba con él. Y la angustia aumentaba cuando
llegaba la noticia de la muerte de otros del pueblo (dos Agustinos de El Escorial, también martirizados). Después ya nos dijeron que a
Serviliano lo habían identificado por un papelito que llevaba en la chaqueta. Entonces
fue mi padre a Madrid. Cuando volvió, a mi madre le contó sólo algunas cosas,
pero a mí me dijo que le habían dicho
cómo había muerto: le ataron por el brazo con otro, le ataron las manos a la
espalda, le cortaron sus partes, le dieron un tiro y cayó en la zanja con
todos. Lloraba mi padre al contármelo. A la vez manifestaba su gran convicción
de que su hijo era mártir”.
¿Quién era ese padre y esa familia? Sigue leyendo y lo sabrás.
¿Quién era ese padre y esa familia? Sigue leyendo y lo sabrás.
En la Positio o documento base, volumen de unas 400 páginas, elaborado magistralmente por el P. Eutimio González OMI, síntesis de los 6 volúmenes de la “escritura pública” que contiene toda la documentación del proceso diocesano (1970 páginas), se deja entrever la religiosidad que respiró en familia. Transcribimos literalmente:
Datos biográficos de Serviliano Riaño Herrero.
Nació en Prioro, provincia y diócesis
de León, el 22 de abril de 1916. Al día
siguiente es bautizado en la parroquia de Santiago, en su pueblo. Pertenece a “una
familia muy cristiana de labradores de un pueblo llamado Prioro, cerca del
pantano de Riaño”. Era una familia numerosa
formada por “cuatro hermanos y tres hermanas, siete en total”, y también
muy religiosa donde “nunca se perdía la Misa dominical” y “rezaban diariamente
el Rosario y el Ángelus”. “El ambiente o clima que se respiraba en la familia
era alegre, “. motivado por la madre del
Siervo de Dios que “era la gran animadora” En la relación con su familia “(Serviliano)
era tan bueno que lo llenaba todo con su alegría”, a él no le gustaba que
nuestros padres nos riñeran y buscaba que en casa hubiera paz, era muy sensible”
dice una de su dos hermanas religiosas. Era muy amigo de los libros. Toda su afición
era leer libros y La Purísima (la
revisa misionera que enviaban a casa los Oblatos de María Inmaculada)”.
Hoy, gracias al P. Camilo González Riaño OMI, sobrino del
Mártir Serviliano, que guarda con cariño la foto de sus abuelos, podemos conocer
los rostros del padre (Rosendo Riaño) y de
la madre (Gabina Herrero) de uno de nuestros
23 Beatos.
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