Nos
ha llegado un artículo sobre cuatro ferroviarios beatificados como mártires de
la fe. Encabeza el relato el beato Cándido
Castán, bien conocido por cuantos frecuentan este Blog. Transcribimos sus
respectivas semblanzas. La del beato Cándido por entero, las otras tres,
resumidas.
Cuatro
ferroviarios en los altares
Vamos
a presentar muy brevemente la biografía de cuatro beatos mártires de la persecución
religiosa del siglo XX en España. Los cuatro tuvieron en común el hecho de ser
laicos y desempeñar su trabajo en el ámbito ferroviario español, aunque
realizando diferentes funciones, unos funciones más modestas y otros de mayor
responsabilidad. Los cuatro fueron perseguidos simplemente por motivos religiosos,
por ser católicos declarados y que no ocultaron su condición, e incluso se
esforzaron por dar testimonio entre sus compañeros de trabajo, en un ambiente
complejo y hostil al catolicismo como era el mundo obrero tan revuelto de
entonces. Sus vidas son un vivo ejemplo de compromiso con la fe y de sencillez
evangélica también para nosotros hoy.
Beato Cándido
Castán San José (1894-1936)
Estando
destinado su padre en Vinaroz (Castellón de la Plana ), Cándido conoció a Francisca Guiral Sorlí,
con quien contrajo matrimonio el 4 de junio de 1919, después de quince años de
noviazgo. De este matrimonio nacieron dos hijos que educaron cristianamente,
enseñándoles a amar a Dios y al prójimo.
Cándido
trabajó como empleado de los Ferrocarriles de la Compañía del Norte de
España como interventor y también en las oficinas que la Compañía tenía en Madrid.
Desde
marzo de 1926 hasta diciembre de 1930 perteneció a la Adoración Nocturna
de Madrid, al turno llamado de San Vicente de Paúl, asistiendo con fidelidad a
todas las vigilias. Dejó de asistir cuando, posiblemente hacia finales de 1930,
la familia se trasladó a vivir a Pozuelo de Alarcón, a la colonia de San José
(fundada por pequeños comerciantes y empleados en 1914). En esta localidad
colaboró con otros vecinos en la construcción de una capilla dedicada a San
José.
En cuanto a su actividad social y política, también fue un hombre
comprometido. En 1919 fue elegido vicepresidente del Comité Confederativo, y en
mayo de 1924, en el segundo Congreso nacional de Sindicatos católicos de
obreros, fue elegido presidente. En 1928, como presidente de la Confederación de
Obreros Católicos, se opuso (en una intervención brillante en el Congreso de
los Diputados) a que la crisis económica la sufragasen los mineros con una
ampliación de su horario de trabajo. Fue también presidente de los Ferroviarios
Católicos, sección de Madrid-Norte.
En la época de la dictadura de Primo de Rivera fue miembro de la Unión Patriótica.
En noviembre de 1925 fue nombrado Concejal suplemente del Ayuntamiento de
Madrid, y el 23 de abril de 1927 –por designación del Gobernador Civil– pasó a
ser concejal jurado propietario por el Distrito Centro-Hospicio. Desde su
responsabilidad como concejal se preocupó por asistir a los pobres con ropa y
alimentos. A raíz de las elecciones del 12 de septiembre de 1927
llegó a formar parte de la
Asamblea Nacional Corporativa como representante de
Actividades de la Vida
nacional (de hecho ocupó su puesto durante toda la vida de la Asamblea ). Igualmente fue
miembro de la
Organización Corporativa Nacional, primero en 1927 en la Subcomisión de Propaganda,
y más tarde, en 1930, ocupando el cargo de representante en el Consejo de
Trabajo. El 12 de junio de 1933 fue elegido Consejero Auxiliar de Renovación
Española.
Cándido estaba convencido de que «el equilibrio de la sociedad sólo puede
ser un hecho real cuando los gobernantes y gobernados están inspirados en el
ideal común de amor a la Patria ,
que exige sacrificios costosos que sólo pueden realizarse cuando se tiene
puesta la vista en lo Alto, de donde viene la inspiración que hace a los
hombres despreciar las miserias de la política para consagrarse por entero a
fomentar lo que pueda representar el bienestar de los pueblos».
Fue
un hombre de profundas convicciones religiosas, que orientaron su vida tanto en
el plano personal como en el familiar y público. Desde el punto de vista de la
práctica religiosa, hay que destacar su devoción a la Eucaristía ; además de
la asistencia a la misa dominical y su pertenencia a la Adoración Nocturna ,
hacía la visita al Santísimo todas las tardes. Era también muy devoto del
Sagrado Corazón de Jesús, cuya fiesta se celebraba siempre en su casa donde
había entronizado una imagen grande que siempre estaba muy adornada. Su
devoción hacia la virgen María se expresaba en el rezo diario del Rosario,
práctica que inculco a sus dos hijos. Era asimismo muy devoto de san Rafael,
del que siempre llevaba consigo un gran medallón; y también era devoto de san
José, de santa Rita, de santa Teresa de Jesús, cuyas imágenes tenía también en
casa. Propagó la fe católica entre sus compañeros de trabajo.
Mantuvo
relación con los Jesuitas, con los Misioneros Oblatos de María Inmaculada y con
los Hermanos de los Sagrados Corazones. Cuando la quema de conventos en mayo de
1931, acogió en su casa a tres jesuitas, arriesgando su bienestar y el de su
familia.
Cuando el 18 de
julio de 1936 estalló la
Guerra Civil , se presentaron en su casa unos milicianos,
quienes después de un registro le ordenaron que no saliera de casa. Viendo cómo
iba evolucionando la situación, su esposa le propuso que se marchara a Benicarló,
a casa de la familia de ella, y se escondiera allí. Pero él se negó. Permaneció
cuatro días sin poder salir de casa, sufriendo y rezando intensamente. El día
23 de julio hacia el mediodía fue detenido por el Comité Revolucionario de
Pozuelo y conducido al convento de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada,
convertido desde el día anterior en prisión. La razón de su detención no pudo
ser otra que su militancia católica, que se manifestaba en su compromiso social
y político. El día 24 de julio, de madrugada, fue fusilado con siete Oblatos de
María Inmaculada. Tenía entonces 42 años. Cándido era muy conocido en Pozuelo
de Alarcón por ser interventor.
El sábado 17 de
diciembre de 2011 tuvo lugar en la
Catedral de Nuestra Señora de la Almudena , de Madrid, la
ceremonia en la que fue beatificado juntamente con 22 misioneros Oblatos de
María Inmaculada. Su memoria litúrgica se celebra el 28 de noviembre.
Beato José María Zabal Blasco
(1898-1936)
La Hna.Conchita, nieta del Beato Cándido Castán, en la beatificación de su abuelo
Nació en Valencia el 19 de marzo de 1898, en el
seno de una familia humilde. Cuando tenía doce años murió su padre, y al ser el
mayor de los hermanos ayudó a su madre, Mercedes Blasco, a sacar a la familia
adelante. Frecuentó una escuela y completó sus estudios primarios asistiendo a
clases nocturnas.
Se le orientó para
ingresara en la Compañía
de Ferrocarriles del Norte. Allí se colocó como «factor» en pequeña velocidad
en la estación de Valencia, desempeñando su trabajo con gran competencia, hasta
el punto de ser considerado el número uno por ser trabajador, inteligente y
buen compañero. Por sus cualidades y su servicio ejemplar, la Compañía del Norte lo
nombró instructor para la implantación de un nuevo sistema de contabilidad en
las estaciones.
El 3 de mayo de
1929 contrajo matrimonio con Catalina Cerdá Palop, mujer de grandes virtudes
cristianas. Del matrimonio nacieron tres hijos.
Desde el punto de
vista de su actividad social, José María se afilió al Sindicato Católico San
Vicente Ferrer, mientras la mayoría de sus compañeros estaban afiliados a UGT y
CNT. Defendió sin descanso ante la
Compañía los derechos de los obreros, aunque no le afectaran
directamente. Militó también en la Derecha Regional Valenciana con el fin de defender
los derechos de la Iglesia
católica. Era un ferviente defensor de la orientación social católica.
Al estallar la Guerra Civil , y
consciente del peligro que corría su vida, se escondió.
Fue detenido en los primeros días de noviembre.
En la cárcel sufrió
vejaciones morales.
El fraile dominico
P. Buenaventura Blázquez, que compartió la prisión con él, testimonió que
durante el tiempo que estuvo en la cárcel fue para todos ejemplo de fortaleza,
generosidad y compañerismo.
En la prisión
rezaba el Rosario con un compañero y amigo, y pudo comulgar con frecuencia
porque durante la noche el mencionado P. Bunaventura celebraba la misa.
El día de la Inmaculada de 1936, en
la clandestinidad, rezó el Rosario de la Aurora , luego se confesó, asistió a misa y
recibió la Comunión
con un fervor y recogimiento extraordinarios. Ese mismo día, a las 10 de la
mañana, sin juicio previo, le sacaron de la cárcel juntamente con otras
personas y le condujeron al Picadero de Paterna, donde fue martirizado; después
de perdonar a los que le iban a fusilar, dijo: «Decid a mi mujer y a mis hijos
que los llevo en el corazón y que desde el cielo rogaré por ellos». Tenía
entonces 38 años. Una pariente de su esposa, cuando volvió a Valencia, oyó
decir: «Ya han fusilado al santo Pepe Zabal». Fue beatificado por el papa Juan
Pablo II el 11 de marzo de 2001, al mismo tiempo que otros 232 mártires. Su
memoria litúrgica se celebra el día 22 de septiembre.
Beato
Álvaro Santos Cejudo (1880-1936)
Luego se casó con María Rubio Márquez y se estableció con su esposa en
Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Del matrimonio nacieron siete hijos.
Álvaro era un católico ferviente. En su casa se rezaba habitualmente el
Rosario. Él se confesaba con frecuencia y recibía la comunión. Pertenecía a la Adoración nocturna y
asistía a todas las velas que su trabajo le permitía.
Una vez desencadenada la
Guerra Civil , fue detenido el 2 de agosto de 1936, cuando se
encontraba en el tren, por un fogonero del Depósito de Madrid, apodado «El
Loco», quien quiso matarle en el momento, pero lo impidió un maquinista allí presente.
Conducido a la cárcel de Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), allí fue
maltratado. En la cárcel se encontró con Hermanos de las Escuelas Cristianas
que habían sido compañeros suyos de clase en la infancia. Álvaro sufrió el
maltrato sin desencadenar el odio hacia los maltratadores, antes bien diciendo
que había que perdonar. En la cárcel se le veía orar con frecuencia. Algunos de
sus compañeros de prisión quedaron muy impresionados por su testimonio.
El día 17 de septiembre fue trasladado al convento de los Padres Trinitarios
de Alcázar de San Juan, convertido en cárcel, y ese mismo día, por la noche, lo
fusilaron en el cementerio de esa localidad. Tenía entonces 56 años.
El 17 de septiembre de 1997 fueron exhumados sus restos y trasladados a la
iglesia de los Padres Trinitarios de Alcázar de San Juan. Fue beatificado con
otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007. La memoria litúrgica se celebra el
6 de noviembre.
Le gustaba el estudio y poseía buenas
cualidades para él. Recibió una formación académica elemental y desarrolló una
cierta sensibilidad para la poesía; hoy sólo conservamos tres de sus
composiciones poéticas, todas ellas de carácter religioso, y es de suponer que
pertenecen a sus años de madurez.
Pronto se sintió
llamado al sacerdocio y comenzó a estudiar latín bajo la dirección de un
sacerdote. Pero tuvo que sacrificar su deseo de ir al Seminario porque sus
padres le necesitaban para atender las tareas del campo, así como su modesto
comercio y su fábrica de alcohol.
Su juventud transcurrió en el contexto
propio de un pueblo agrícola en el que predominaba el viñedo, entre las
responsabilidades laborales y la participación en las sencillas diversiones que
permitían los escasos ratos de ocio, sobre todo los domingos y demás días
festivos.
A los 27 años contrajo matrimonio con
Manuela Trabadelo Malagón, joven cristiana, huérfana de padre y madre, mujer
sacrificada y trabajadora. Los recién casados se instalaron en la localidad de
Cembranos, muy próxima a la capital leonesa.
Del matrimonio nacieron ocho hijos. En su hogar se rezaba el Rosario a diario. Era
Antero quien dirigía el rezo. Pero, a pesar de su vida de piedad, a Antero le
llegó también el momento de la prueba y de las dificultades. Al cabo de unos
años sobrevino en la región una plaga de filoxera que destruyó el viñedo de
aquella comarca y Antero tuvo que cerrar el negocio y afrontar cuantiosas
pérdidas.
En noviembre de 1916 emigró a Barcelona.En
septiembre de 1917 comenzó a trabajar en la Compañía de Ferrocarriles del Norte, en la Estación barcelonesa del
Norte.
Antero ocupó varios
puestos humildes en esta Compañía, y siempre como obrero a jornal. Su conducta
en el trabajo fue ejemplar. Nunca mereció ningún reproche por incumplimiento de
su deber.
En Barcelona, como
en Cembranos y Valdevimbre, Antero dedicó gran parte de sus energías a su
familia. A su esposa la trató siempre con una gran amabilidad y con una delicadeza
exquisita. Una amabilidad y dulzura semejante dispensó a sus hijos, a sus
padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo y a otras personas que Dios fue
poniendo en su camino.
Su bondad, su
religiosidad y vida familiar ejemplar le atrajo la amistad de algunas personas
que luego testimoniaron en su proceso de beatificación.
Antero era un cristiano ferviente. Su fe, bien arraigada desde la
infancia, orientó su vida en todos los ámbitos e inspiró todas sus decisiones.
Antero y su esposa
se incorporaron a la Tercera Orden
de Santo Domingo. Antero pertenecía, además, a la Adoración Nocturna .
Antero fue detenido
el 6 de agosto de 1936 cuando estaba en la Estación de Ferrocarril de Francia en Barcelona,
ayudando a una religiosa que intentaba regresar a casa de su familia, y fue
recluido en las dependencias de la misma Estación. Y hacia las doce de la noche
de ese mismo día 6 de agosto lo dejaron en libertad, intimidándole para que al
día siguiente fuera a trabajar. Al día siguiente fue a su trabajo y todo
transcurrió con normalidad; pero al otro día, sábado 8 de agosto, fue a
trabajar a la hora acostumbrada y no volvió más a su casa.
Tren de la época de estos cuatro Ferroviarios Mártires
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