Serviliano Riaño Herrero nació en Prioro, provincia y diócesis de León, el 22 de abril de 1916. En 1927 ingresa en el seminario menor de los Oblatos de Urnieta (Guipúzcoa), donde cursa estudios secundarios hasta 1932, año en el que pasará al noviciado de Las Arenas (Vizcaya), donde hará su primera oblación el 15 de agosto de 1933. Se traslada a Pozuelo de Alarcón para incorporarse a la comunidad del escolasticado y proseguir los estudios con miras al sacerdocio. Serviliano sigue siendo el joven humilde, sencillo y siempre muy piadoso, extrovertido y jovial, se preparaba para dar salida a su celo apostólico en cualquier misión extranjera.
El 22 de julio de 1936
fue detenido con todos sus hermanos de comunidad, en Pozuelo. De modo no del
todo inesperado y siempre violento, el convento fue convertido en cárcel. De
ella fue sacado Serviliano con sus compañeros de prisión hasta la Dirección General
de Seguridad, situada en la Plaza del Sol, centro de Madrid.
Liberado al día
siguiente, comienza una vida en clandestinidad como todos sus compañeros, hasta
que el día 15 de octubre, en una redada de búsqueda y captura, fue de nuevo
detenido y encarcelado.
El 7 de septiembre de
1936 oye su nombre entre los que son llamados a ser “puestos en libertad”. Consciente de lo que
esto significaba y preparado para aceptar el sacrificio de la oblación cruenta
que Dios le depara, llama al P. Mariano Martín OMI por la mirilla de la celda.
Le pide y recibe la absolución. Con ánimo decidido sube a la camioneta que le
trasladará hasta Soto de Aldovea, lugar cercano a Paracuellos. Allí fue
martirizado. Tenía 21 años.
Su
hermana Sabina, religiosa de la Sagrada Familia de Burdeos, nos habla del
ambiente profundamente religioso que se vivía en familia y en todo el pueblo de
Prioro, comunidad cristiana donde han florecido muchas vocaciones sacerdotales
y religiosas:
“Cuando
él fue al seminario, yo ya estaba en el convento. Después nos escribíamos con
cierta frecuencia. Me solía recordar que la generosidad y el sacrificio son
piedras preciosas y esenciales para los cristianos y más para los religiosos.
En las cartas se mostraba siempre muy entusiasmado con su vocación, sobre todo
con su vocación misionera.
Cuando
me escribió con motivo de mi profesión dice que se siente orgulloso de tener
una hermana religiosa (dos, porque le seguirá
después Consuelo), y dice
que mi profesión es el reflejo de un día grande y futuro que él espera para sí
mismo:
“Sí, tú
lo sabes, la mañana aquella / yo lloraré
de gozo y esperanza / porque tu profesión es un reflejo / del sueño de mi alma”.
Era muy
aficionado a escribir poesías y también en ellas dejaba entrever el entusiasmo
por su vocación sacerdotal y misionera.
Yo le
decía a la superiora: ‘Tantos religiosos mártires de una congregación y de
otra, y nosotras, ¿no seremos ninguna digna del martirio?’ Se lo decía de corazón. Cuando llegó la noticia
de que habían fusilado a Serviliano, me dice esa madre: ‘Ahora estará usted
contenta, ¿no?’ Yo le dije: ‘Tengo una pena enorme, porque quería muchísimo a
mi hermano; pero por otra parte tengo también una gran alegría al pensar que
tengo un hermano mártir’. Desde entonces siempre le he tenido como un mártir.
Otra Sabina, Sabina Riaño Martínez, religiosa profesa en la Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos, Provincial de España en el momento de la declaración, es sobrina del beato Serviliano y religiosa de
la Sagrada Familia, como sus dos tías Sabina y Consuelo, fue llamada a declarar ante el
tribunal diocesano de Madrid. A continuación puede leerse gran parte de su
testimonio.
Soy sobrina carnal del Siervo de Dios Serviliano Riaño Herrero. Las referencias que tengo de mi tío son por mi familia.
Profunfa vivencia de fe en familia
Soy sobrina carnal del Siervo de Dios Serviliano Riaño Herrero. Las referencias que tengo de mi tío son por mi familia.
Los padres del Siervo de Dios fueron mis abuelos que se llamaban Rosendo y Gabina. Su condición socioeconómica: era de una gente muy sencilla que no eran ricos pero tampoco pasaron necesidades. Mi abuelo y padre de Serviliano fue alcalde del pueblo y era muy conocido. Tanto el padre como la madre de Serviliano eran muy religiosos, de fe muy profunda y de ello puedo testificar yo, sobre todo de la madre por el trato que he tenido con ella. Fueron siete hermanos, de los que dos murieron muy pequeños. Dos hermanas del Siervo de Dios son religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos.
El ambiente familiar era muy
fraterno y yo lo recuerdo como muy cordial hacia nosotros. Por lo que he oído
en mi casa la relación del Siervo de Dios con la familia era la de un niño muy
inteligente, despierto y muy cariñoso con ellos. Sobre si destacó en alguna
práctica o devoción especial, siempre oí que tenía mucha devoción a la Virgen.
Familia de Eleuterio
Prado
En cuanto al Siervo de Dios Eleuterio Prado, yo conocí a la madre que era
una mujer sumamente religiosa y que tenía en el pueblo fama de santa. Se la
conocía como “tía Dominga”. He oído decir que iba de pueblo en pueblo hablando
a las mujeres e invitándolas a alguna asociación religiosa, creo que era la
asociación “María de los Sagrarios”. Esto lo oí en mi casa. La condición social
de los padres del Siervo de Dios Eleuterio Prado era parecida a la de mis
abuelos. Sobre el ambiente familiar, era
también muy bueno y recuerdo que tenía un hermano Oblato, el P. Máximo Prado.
Indicios de vocación
He oído en mi casa que mi tío Serviliano
era un niño juguetón, alegre, despierto, que tenía mucha devoción a la Virgen,
y que desde pequeño manifestó que quería ser misionero. En casa de mis abuelos
se recibía la revista de los Oblatos “La Purísima” y él sentía un gran interés
por lo que allí se escribía. Como vengo manifestando todas estas cosas las sé
por comentarios en mi familia.
Sobre los primeros indicios de
la vocación, y más concretamente a ser misionero oblato, hacia los diez u once
años, mi abuelo lo quiso llevar a una “preceptoría” (escuela propedéutica para
ingresar en el seminario) que existía en Morgovejo. Y Serviliano no quería ir
allí porque no quería ser un sacerdote de parroquia sino misionero oblato. Ya
anteriormente había manifestado vocación pero su padre no le había dejado ir
por ser muy pequeño.
Asesinado por su fe y
por ser religioso
Siempre he oído que lo mataron, que murió mártir por su fe, por ser religioso Oblato y que estando en Pozuelo de Alarcón, siendo estudiante, fue detenido por los “rojos”, le llevaron a la cárcel y de allí los sacaron para matarlos. Siempre he oído desde muy niña que mi tío cuando lo sacaban de la celda se acercó a la celda del P. Martín y le dijo: “P. Martín deme la bendición que me matan”.
Reconocimiento del
cadáver
Durante un tiempo no se supo
nada de mi tío y, posteriormente, le llamaron a mi abuelo para que viniera a
Madrid para reconocer el cadáver. Lo reconocieron por un papelito que llevaba
en el bolsillo de la chaqueta; dicho papel era un pequeño documento que le
habían dado en la cárcel al haberle quitado las pequeñas pertenencias que
tenía. Hace cuatro o cinco años, mi tía Sabina, religiosa de la Sagrada Familia
de Burdeos, me contó algo que yo nunca había oído. Mi tía vivió con mis abuelos
hasta el año 1946 que se fue al Noviciado. Me contó que cuando mi abuelo volvió
de Madrid, le contó sólo a ella, y no a mi abuela, que el cadáver al ser
reconocido tenía amputados los genitales. Este dato creo que solamente lo sabe
mi tía Sabina. Ella me contó que el abuelo no quería que mi abuela conociera
esto.
Asesinado en Soto de
Aldovea
y trasladado a
Paracuellos
También he oído que lo sacaron
de la cárcel Modelo y lo llevaron a Soto de Aldovea, provincia de Madrid, donde
lo martirizaron. Cuando se hizo la exhumación y mi abuelo lo reconoció,
enterraron el cadáver junto con otros muchos en Paracuellos del Jarama. Hoy día
es prácticamente imposible el reconocer e individualizar los restos mortales
del Siervo de Dios.
Venerado como mártir
en su familia y en su pueblo
He oído que mi tío era un
hombre sumamente delicado y profundo en su relación con Dios, y un hombre de
oración como manifiesta en sus escritos y con grandes deseos de entrega.
Era un hombre con grandes cualidades humanas, inteligente, servicial y con
una ternura delicada hacia la familia. En la familia ha sido y es valorado y
querido. Su deseo de ser misionero indica el grado máximo de amor al prójimo,
especialmente a los que menos tienen y menos pueden. Su vocación misionera la
llevaba a un sentido de justicia, de ir a otros pueblos transmitiendo la
riqueza que él había recibido y que siempre supone una promoción humana.
Fue un hombre que asumió y
vivió hasta el límite sus obligaciones y su entrega hasta el grado heroico del
martirio.
La fama de martirio de mi tío,
siempre la he percibido en mi familia y en el pueblo; siempre he oído que hubo
muchos mártires, entre los cuales se encontraba mi tío. Entre todos los que conocieron
a mi familia, ya que la población en el pueblo ha ido descendiendo, siempre se
les ha tenido por mártires.
En casa de uno de mis tíos y en
casa de mis abuelos siempre he visto retratos de mi tío, retratos normales, a
los cuales mirábamos siempre con respeto y admiración. Nosotros, como
familiares, nos encomendamos de manera particular a él.
La H. Sabina es ahora la superiora de la comunidad SA-FA de Pinto al cuidado de las HH. mayores
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