Beato Francisco Esteban Lacal
Soria, aquí nació Francisco Esteban Lacal el 8 de febrero de 1888
El
grupo de los Mártires Oblatos está encabezado por el Beato Francisco Esteban Lacal. Dos cosas
conviene aclarar: la primea es que en la oración colecta, donde normalmente
figura sólo el nombre (sin apellidos),
insistimos ante la Santa Sede, tanto en la Congregación de los Santos como en
la del Culto Divino, en añadir Esteban, porque se le conocía y conoce así: el P. Esteban y porque además ya hay muchos
Santos con el nombre de Francisco, a
los que se les distingue entre sí por una aposición: S. Francisco de Asís, S. Francisco
Javier, S. Francisco de Borja, S. Francisco de Paula, S. Francisco de Sales, S.
Francisco Solano, S. Francisco Caracciolo, S. Francisco Regis… sin nombrar los
Beatos Francisco.
La
segunda cosa que queremos aclara es que encabeza el grupo, no sólo por ser el Superior
provincial, quien, esclavo del deber, se dirigió valientemente a los fusileros
para pedirles como última gracia poder abrazar (dar la absolución) un por uno a
sus compañeros de martirio, proclamando después, e nombre de todos, su fe y ofreciendo
el perdón a los verdugos; sino también porque
ya en vida tenía fama de santo, como se
puso de relieve en los testimonios del proceso diocesano de canonización.
Para
corroborarlo, ofrecemos a continuación lo que testificaron a favor de su tío
dos de sus sobrinas. Ellas son Juana Esteban
Estebaranz, 81 años, que tenía 17 cuanto lo martirizaron, y Teresa Esteban Barrendero, de 66, que contaba entonces cuatro años.
Publicamos
sus testimonios en dos entregas.
Ruinas de Numancia (Soria), ciudad famosa por su heroica resistencia. Algo tenía en su DNA el P. Eteban
Primera entrega
Juana
Esteban Estebaranz
Nacida en Madrid, 81 años.
Residente en Las Rozas(Madrid).
Soy sobrina carnal, por línea paterna, del Siervo de Dios Francisco
Esteban Lacal. Mi padre, Juan, era hermano de Francisco. Yo conocí a mi tío
desde siempre porque venía a vernos a Madrid donde mi familia tenía una tienda,
sobre todo en el curso 1935-36; en verano, mi familia se trasladaba a San Sebastián
(Guipúzcoa) y acudíamos a visitar a mi tío que se encontraba en Urnieta. Puedo
decir que, no obstante ser mi tío religioso, que en aquella época salían menos
los religiosos, el trato que tuve con él fue frecuente. Estando en Pozuelo, mi
padre nos llevaba a visitar al tío Francisco.
También conocí a los padres Vicente Blanco y José Vega. La razón de este conocimiento era porque mi padre tenía mucho contacto con ellos y, también, porque venían a vernos a Madrid.
También conocí a los padres Vicente Blanco y José Vega. La razón de este conocimiento era porque mi padre tenía mucho contacto con ellos y, también, porque venían a vernos a Madrid.
Hijo de Guardia
Civil
Familia muy
religiosa
Mi abuelo era Guardia Civil. La familia estaba compuesta por cinco
hijos. A tenor de sus hijos, que fueron católicos practicantes, el ambiente
familiar sería de una profunda religiosidad.
La relación del Siervo de Dios con su
familia era muy buena. Sus hermanos vinieron a vivir a Madrid y esto le
facilitaba la relación frecuente con su familia.
Muchas veces en mi familia, ante algún
problema de discrepancias en la misma, se decía que si hubiese estado allí el
“tío Paco”, como se le llamaba familiarmente, no habría habido discordias.
Superior
Provincial
Mi tío era el de
Provincial de la Provincia Española de los Misioneros Oblatos. Mi padre se
mostraba muy orgulloso de que su hermano fuese el Provincial.
Sobre
las virtudes que aparecían en él, siempre
destacó la de la sencillez y no le gustaba ostentar nada, a pesar de que entre mi familia era considerado como una personalidad.
destacó la de la sencillez y no le gustaba ostentar nada, a pesar de que entre mi familia era considerado como una personalidad.
Hostilidad a todo lo religioso
El ambiente que reinaba en julio de 1936 en Madrid, puedo
decir como hecho concreto que a mí, que tenía diecisiete años, me paraban los
de la Casa del Pueblo, en el barrio de Tetuán, cuando iba a Misa, preguntándome
que a dónde iba, a lo que yo contestaba que iba a Misa; me decían que no debía
ir y yo les respondía encarándome con ellos.
A
mi casa, venían amigos de mis padres y comentaban la situación que se nos venía
encima, aunque no faltaban algunos optimistas que decían que no iba a pasar
nada. La situación era de acoso y persecución contra la Iglesia, y como otro detalle,
a una amiga mía que llevaba el crucifijo de forma visible, se lo arrancaron.
Pudo alejarse del peligro con su familia.
Prefirió quedarse con los suyos, los Oblatos.
De aquellas circunstancias de mediados de julio de 1936, y
cuál era la situación de peligro, da idea el que mi padre adelantó el viaje a
Santander, diciendo a mi madre que preparase todas las cosas porque “mañana nos
vamos”. Mi tío vino a vernos y recuerdo que mi padre le decía que por qué no se
venía con nosotros porque tal y como se estaba poniendo la situación aquí, lo
podía pasar muy mal. Mi tío le contestó que no porque su responsabilidad era
estar aquí con los suyos y que no se debía a sí mismo sino a
los demás. Recuerdo que se abrazaron y los demás le besamos. Tanto mi tío como
mi padre pensaban que lo que iba a ocurrir duraría pocos días y que sería una
cosa sin más transcendencia. También recuerdo que mi padre le decía que se
quitase la sotana, y él siempre se negó a hacerlo. Además de la sotana, llevaba
en el fajín, el gran Crucifijo de los Oblatos.
Conocimiento de
su muerte
Sobre cuándo nos enteramos de la muerte de mi tío, fue cuando fuimos a
Las Arenas desde Castro Urdiales. Allí, le dijeron a mi padre que habían matado
a su hermano, pero entonces mi padre no nos comunicó nada a nosotras. Fue al
terminar la guerra cuando nos enteramos de lo que había sucedido, si bien se lo
dijeron a mi padre, y éste tampoco fue muy explícito con nosotras. Lo que sí
nos dijo es que lo habían matado en Paracuellos del Jarama, el 28 de noviembre
de 1936.
Cuando vinimos a Madrid
fuimos a visitar el Cementerio de Paracuellos del Jarama, y recuerdo que
todavía estaban las zanjas, y que era un espectáculo horrible. Le preguntó a un
señor que estaba allí al cuidado del Cementerio y éste le señalo el sitio donde
estaban enterrados los que habían sido fusilados el 28 de noviembre de 1936.
Pero no recuerdo que existiesen otros comentarios sobre el hecho de la muerte.
La segunda vez que fuimos, mi padre compró una cruz de hierro y la clavó en la
tierra donde presumiblemente se encontraban los restos de mi tío Francisco.
Fama de santidad
En mi casa, mi tío siempre fue considerado como un santo, y esta fama de
santidad continua hasta nuestros días. Yo, personalmente, me encomiendo a él.
También sé que una hija mía se encomienda a él. Por la relación que tuve con los Oblatos, sé
que también ellos lo tenían por mártir, y tenían hacia él una gran veneración.
En mi opinión personal, mi tío es mártir.
Yo recuerdo que cuando mi tío venía a casa, llevaba siempre el
“Breviario” en la mano y decía que no le molestasen cuando iba a rezar, y que
bendecía la mesa antes de comer. También se me quedó grabada la forma que mi
tío tenía de celebrar la Eucaristía por la devoción que ponía en ello.
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