Por perder un ojo, ¿tendría que renunciar a su vocación? He ahí el dilema de este joven aspirante al sacerdocio. Cecilio Vega Domínguez nació en Villamor, a orillas del Órbigo. Hijo de labradores, no será ni labrador ni pescador de truchas en ese río: el Señor parecía haberle llamado a trabajar en su viña o para hacerlo pescador de hombres allende los mares. Crece en el seno de una gran familia, sencilla y profundamente religiosa. La pérdida de la vista de un ojo es todo un drama, porque ese imprevisto, al parecer del párroco, podía bloquear su ideal misionero, ideal que se verá trocado por el martirio. Cuando s incia la quema de conventos y arrecia la persecución, su padre le invita a volver a casa para evitar la muerte; pero él no se echa atrás y le responde que está dispuesto a morir.
DECLARACIÓN DE SU HERMANA
Me llamo Manuela
Vega Domínguez, nacida el 4 de julio de 1916, en Villamor de Órbigo, provincia
de León y diócesis de Astorga. Soy hija
de Juan y Micaela. Casada, con cuatro hijos. Católica practicante. Domiciliada
en Villamor de Órbigo.
Soy hermana del Siervo de Dios Cecilio Vega
Domínguez. Hemos sido nueve hermanos: Jacinta, Elisa, Cecilio, yo misma,
Virginia, Fermín, Ángel (ya fallecido), Maria Purificación (que murió cuando sólo tenía una semana) y Ángel, que llevó
el nombre de su hermano fallecido. En la actualidad solamente vivimos dos, Ángel, que está muy sordo y es muy difícil comunicarse con él, y yo.
Mi hermano Cecilio
era un buen muchacho. No era muy trasto. Los mayores dicen que era muy humilde
y que era un niño más bien tímido.
Me acuerdo de cuando
hizo la primera comunión. Por aquel entonces era un día alegre. Íbamos a la
casa del señor cura a tomar chocolate, pero no era como ahora.
En la familia
rezábamos el Rosario y teníamos la Sagrada Familia (capillita) que todos los meses
venia y viene por las casas. El Rosario lo rezábamos todo el tiempo, y, en
tiempo de verano, cuando había mucho trabajo, mi padre nos rezaba el Rosario de
la Buena Muerte, que era más rápido. Y, por supuesto, íbamos siempre a Misa.
Cecilio tenía una
devoción especial al Santísimo Sacramento y también a la Virgen María. Y yo
creo que también a San Antonio. Él me enseñó la oración de San Antonio.
Me acuerdo de cuando
fue al seminario de los Oblatos. El estaba en la escuela y fue un fraile a la
escuela. No era un fraile conocido de aquí. Y cuando Cecilio vino de la escuela
le dijo a mi padre: “Voy a ir a los frailes”.
Y mi padre le dijo: “Y
¿cómo te da por ir a los frailes? Dime por qué”.
Y Cecilio contestó: “Porque allí es otra cosa
muy distinta a la de aquí.
Mi padre le dijo: “Aquí,
el que quiera ser bueno, también puede serlo”.
Él se empeñó en que
tenía que ir y mi padre le dijo: “Bueno, hijo, tu alma tu palma. Haz lo que
quieras”.
Mi madre sintió que
marchara, pero bueno. Él dijo que vendría de vacaciones. Antes había ido el P.
Angel Vega. Creo que se fue a los Oblatos por el fraile que fue a la escuela.
Acaso también porque estaba el P. Vega. No lo puedo precisar bien.
Villamor: iglesia parroquial
El drama del ojo
Y el tercer año, cuando vino, iba con mi padre
a las tierras, a regar. Y mientras trabajaba, le dijo a mi padre: "¡Padre,
que perdí un ojo!"
Le saltó una piedra muy pequeña a un ojo y
sangraba. Le llevaron a Astorga y le hicieron una cura, pero la piedrecilla
aquella no se la sacaron.
Después, cuando vino a casa y fue a ayudar a
misa, le dijo el señor Cura, que se llamaba Don Emilio Prada:
- A ti ya no
te quieren los frailes
- ¿Por qué?
- Porque los frailes son muy escogidos, y gente enferma
y gente tonta no la quieren.
Vino para
casa, cuando vino de misa, llorando a gritos.
Mi padre le dijo: “No te preocupes, si quieres ser
bueno, igual puedes ser aquí que allí. También hay gente buena en el mundo, que
no están retirados".
Y luego mi padre
le dijo: “Tú les escribes a los frailes”.
Y les escribió
diciéndoles lo que le pasaba. Y los frailes le contestaron diciéndole que estuviera
tranquilo.
De esa carta me acuerdo yo estupendamente. Le
decían: "Cuando vaya el padre a recogerlos - no recuerdo qué padre era -
que te lleve a la estación de Veguellina tu padre, y allí te recogemos nosotros.
Y así fue la cosa.
Yo creo que era ya el último año que vino de
vacaciones. Y después, en el colegio, cuando estaba en los frailes, iba
perdiendo vista. Escribió un fraile diciendo que Cecilio perdía mucha vista,
que le lleváramos a un oculista, pero que no fuera el que le atendió la primera
vez, porque le dejó muy mal curado.
Vino para casa y lo llevó mi padre a León, y
estuvo ocho días en León, en casa de José Guerra, mientras le hacían las curas.
Y cuando escribió a los Padres diciéndoles que ya estaba en casa y que había
recuperado bastante vista, le dijeron que, cuando llegara el tiempo, vendrían a
recogerlo a Veguellina.
Después no volvió más. Escribía cartas y en
las cartas decía que estaba bien, que andaba como todos, que iba de paseo. José
Guerra era compañero suyo en Urnieta, y debían ser buenos amigos. Pero después
ya no supimos más de él.
Noticia del martirio
Noticia del martirio
La noticia de la muerte de Cecilio nos llegó por
medio del señor Modesto, el padre de Juan Antonio Pérez, de Santa Marina. El
vino a traemos la noticia, porque a nosotros no nos mandaron carta ninguna. Nos
dijo que le habían dicho que nos lo comunicara a nosotros. No me acuerdo muy
bien cuándo fue. Recuerdo que no se había terminado la guerra.
Sí llegó una carta de él, pero cuando ya le
habían matado.
Ante la situación que se vivía, porque se oía
que estaban quemando conventos, mi padre le había escrito una carta diciendo
que viniera para casa, y Cecilio contestó diciendo que no, que en el convento
no entraba nadie, porque estaba muy amurallado, y que podíamos estar
tranquilos. Y recuerdo que decía: "Si es que tengo que morir, igual da que
vaya para casa que no vaya, porque me buscan por donde quiera que esté."
Estas palabras sí que puedo asegurar que las decía en la carta aquella.
En aquella carta, al fin y al cabo, decía que
estaba dispuesto a morir. Y cuando su carta llegó a nosotros, él ya había
muerto.
Cuando llegó la noticia, no había consuelo
para mi padre ni para mi madre. Lo mismo para uno que para otro. Lo pasamos muy
mal. Mi madre decía que si no pasaba aquello, que ella enfermaba.
Un auténtico Mártir
Un auténtico Mártir
A Cecilio, como a los otros, le mataron por
ser religioso. La gente del pueblo daba el pésame a mis padres diciendo que son
cosas de Dios, que tuvieran paciencia..
La gente lloraba, lo mismo cuando llegaba la
noticia de los que morían en el frente. Pero al tratarse de un religioso era
otra cosa.
Cuando moría un religioso la gente los sentía
más, porque aquí todos somos de Iglesia. Me acuerdo de que mi hermana Elisa
siempre decía que eran mártires, no sólo Cecilio, sino todos los que murieron
como él. Y mi madre también decía que murieron mártires, que fueron sacrificados
como Jesucristo.
Yo creo que les mataron porque eran
religiosos, porque tenían fe. Además él podía haber venido para casa y quiso
quedarse en el convento, sabiendo que los podían matar.
Mi padre decía: "¡Qué vamos a hacer!” Y
toda la vida dijo que le mataron por ser fraile, que si no hubiera sido fraile
no le hubieran matado. Y la gente del pueblo decía lo mismo, de Cecilio y del
P. Anselmo, que era un Pasionista, aquí del pueblo, al que también mataron.
Decían que murieron mártires. Y la gente que
iba a casa a pasar un rato con mis padres, lo decían también, que murieron
mártires, que marcharon derechos al cielo, por el martirio que sufrieron.
Le mataron por ser buenos, porque ellos no
hacían mal a nadie. Y no quisieron renegar de su fe en Jesucristo.
Yo creo que está en el cielo, y cuando rezo,
le rezo para que me guíe por el buen camino. Y le rezo como se reza a San
Antonio o a San Roque, porque para mí es un santo como ellos.
Intercesor ante Dios
Intercesor ante Dios
Mi hermana Elisa me dijo que le había pedido
una cosa y que se la había concedido,
pero nunca me dijo qué había sido. Decía que era un milagro, pero nunca me dijo
lo que había pedido. También decía que en sus necesidades acudía a él y que
muchas veces le había ayudado.
Mi madre también le rezaba y le pedía que nos
concediera la gracia a todos...
Fama de Santo
Fama de Santo
En el pueblo, la gente, lo mismo a Cecilio que
al P. Anselmo, el Pasionista, le ponen algo especial en su muerte.
Quiero que les beatifiquen, y lo pueden hacer
por el martirio que llevó y por lo que fue Cecilio en su vida.
Primeramente quiso ir a los frailes y mis
padres, de momento, le dijeron que no fuera.
En segundo lugar porque después perdió el ojo
y vino llorando, porque él quería ser religioso..Y en tercer lugar por la carta
que había escrito mi padre, diciendo que viniera para casa, que iba a estallar
la guerra y lo primero que hacían era quemar conventos, y la contestación que
él dio, diciendo que estaba dispuesto a morir.
Yo creo que está en
el cielo y que, por su intercesión se me conceden algunas cosas. También creo
que en la familia le rezarnos todos y todos creemos que es mártir.
Y creo que todos
quieren que lo beatifiquen. Y lo quiere todo el pueblo.
Cuando dijo el señor
Cura que iban a iniciar la Causa, todo el mundo nos daba la enhorabuena. Ha
sido algo parecido a lo que decían a mis padres, cuando llegó la noticia de la
muerte de Cecilio.
Villamor de Órbigo, 12 de
agosto de 1999
En el margen izquierdo aparece el sello en forma ovalada con el dibujo en el centro de san Julián y alrededor la leyenda que dice: “IGLESIA PARROQUIAL DE SAN JULIAN VILLAMOR DE ORBIGO”.
Yo, Constantino Prieto, Cura Párroco de
Villamor de Órbigo, doy fe de que Manuela Vega Domínguez ha firmado ante mí la
Declaración que antecede.
Fdo.: Constantino Prieto
Vº Bº: C. Otero, Can. Sro. Firmado y rubricado.
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