Nombre y apellidos del testigo: Joaquín Martínez Vega
Estado y profesión. sacerdote y religioso profeso en la Congregación de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, Superior provincial de la Provinica de España, de 65 años de edad (al momento de hacer esta declaración).
Observaciones sobre el testigo y
contenido de su deposición:
Ha oído y convivido con varios de los supervivientes. Resume la “tradición oral” o memoria viva que se ha mantenido entre los Oblatos de los hechos. Aporta algunos datos de los Siervos de Dios Justo Gil y Gregorio Escobar. Habla de la Historia de la Causa que ha promovido durante su mandato como Superior Provincial.
Ha oído y convivido con varios de los supervivientes. Resume la “tradición oral” o memoria viva que se ha mantenido entre los Oblatos de los hechos. Aporta algunos datos de los Siervos de Dios Justo Gil y Gregorio Escobar. Habla de la Historia de la Causa que ha promovido durante su mandato como Superior Provincial.
También conozco algo de
la familia del Siervo de Dios Justo Gil Pardo por referencias de su hermana
Nieves. Era asiduo a ayudar a las misas a las dos iglesias de pueblo, algunos
días permanecía en ayunas toda la mañana ayudando a los sacerdotes en la Misa,
en su pueblo Luquin. En la familia se distinguió por su vida de piedad.
Contactos personales con las familias de
los Mártires
Una de las funciones de
mi cargo actual (como Provincial) es la de contactar, siempre que hay oportunidad, con las
familias de los Oblatos, vivos o difuntos. Por esta razón he entrado en
contacto con las familias de los Siervos de Dios y he descubierto que, prácticamente,
todos ellos nacieron y se educaron en familias profundamente cristianas. En
concreto, he podido contactar con las familias del P. Juan Antonio Pérez Mayo: su hermano Tomás, que vive todavía, al
entregarle la hoja de propaganda de los mártires donde viene la foto de todos
los Siervos de Dios y ver la foto de su hermano exclamó: “Es un santo” y la
besó.
Del Siervo de Dios Gregorio Escobar García, su hermana María del Puy me contaba como aconsejaba
cristianamente a su padre, incluso para contraer segundas nupcias. Del Siervo
de Dios Serviliano Riaño Herrero me
hablaron su hermana Consuelo, religiosa de la Sagrada Familia de Burdeos, su
sobrina Sabina, religiosa de la misma Congregación y su sobrino Camilo González
Riaño, sacerdote y religioso de la congregación de los Misioneros Oblatos. Del
Siervo de Dios Clemente Rodríguez
Tejerina, la primera noticia que tuve fue por los años cincuenta comunicándome
con su hermana religiosa María Josefa que me habló de su hermano oblato como un
mártir. El siervo de Dios Justo Gil Pardo, durante las vacaciones en su
pueblo, trataba de recomponer las posibles tensiones en la familia y era muy
devoto de la Eucaristía a la que trataba de no faltar un solo día.
En resumen, he podido
observar cómo con todas las familias con las que me he puesto en contacto
existe, no sólo el rescoldo cristiano, sino también el profundo recuerdo de su
familiar Misionero Oblato y la convicción de que murió como Mártir de
Jesucristo.
Una comunidad observante y ferverosa
Las referencias que
tengo sobre la vida en el Seminario Mayor de los Siervos de Dios son por el
testimonio de Oblatos que han vivido con ellos y me dijeron que aquella
comunidad era, no sólo observante, sino también fervorosa. Por el ambiente
hostil que había en aquellos años en Pozuelo de Alarcón en torno a la Comunidad,
tenían que ser religiosos más auténticos. La comunidad estaba constituida por
el superior, los formadores, los hermanos coadjutores y los estudiantes que ya
habían hecho todos al menos la Primera Profesión.
Vivían con ilusión su
consagración a Dios y alimentados por el deseo de ser sacerdotes y por el
impulso misionero que les empujaba hacia la Misión ad extra. De un modo especial, toda la comunidad tenía sus ojos
puestos en la misión que nuestra Congregación había confiado a la Provincia
española en América Latina. Yo esto lo sé, no solamente por referencias, sino
porque lo he vivido desde muy pequeño; me refiero al espíritu misionero y a la
ilusión que tenían por las misiones, y de hecho, la mayoría los supervivientes,
compañeros de los Siervos de Dios, terminaron yendo a Hispanoamérica. Entre los
pioneros de esa misión (Uruguay y Argentina), se encontraba mi tío, el hermano
Santiago Martínez García, hermano de mi padre, que había profesado como Oblato
en 1917, razón por la cual oí hablar en familia de las misiones de los Oblatos
desde mi niñez.
También puedo
manifestar, como un hecho concreto, la ilusión con que vivían su futuro
sacerdocio y misión, como en la casa de Justo Gil, cuya familia estaba preparando
los ornamentos de su inminente ordenación sacerdotal.
Ministerio pastoral en Pozuelo
Como he dicho
anteriormente, la Comunidad estaba constituida por sacerdotes, hermanos
coadjutores y estudiantes religiosos. Sé que los sacerdotes, además de ser
formadores, realizaban algún ministerio fuera de la Comunidad, como era el caso
del P. Vicente Blanco que colaboraba en la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen,
y el P. José Vega que era capellán de la comunidad de las Franciscanas del Buen
Consejo y también animaba algunos grupos apostólicos de la parroquia anteriormente
mencionada. Los estudiantes religiosos o escolásticos colaboraban en las catequesis
de las parroquias de alrededor.
Clima altamente hostil contra los
Oblatos
El ambiente
socio-político que existía en Madrid a mediados del 36 era, además de los
enfrentamientos políticos, era de una auténtica persecución religiosa, un ambiente
agresivo en contra de todo lo religioso. Concretamente, en Pozuelo de Alarcón,
había varios católicos que sentían un profundo afecto hacia los Misioneros
Oblatos, pero también había otro grupo de izquierdas, comunistas, que al ir
contra todo lo religioso y la propia Iglesia, al ser lo más significativo como
grupo de Iglesia en Pozuelo la Comunidad de los Misioneros Oblatos, existía un
clima de animosidad y odio hacia ellos. Todo esto lo he podido declarar por el
conocimiento de la Historia de la Nación y por las referencias concretas de los
propios compañeros de los Siervos de Dios supervivientes, con los que he podido
contactar. Por ejemplo, éstos me contaban cómo al salir a la calle les insultaban
e, incluso, lo hacían también al pasar por delante de la casa.
Según las referencias de
los supervivientes, el asalto, propiamente dicho, al convento tuvo lugar el día
22 de julio. La misión de los Siervos de Dios al ser detenidos era la propia
del ministerio sacerdotal, en el superior y formadores, y la propia de unos
estudiantes que estaban en el Seminario preparándose para el sacerdocio y las
misiones. Nunca tuvieron ninguna tarea ni trabajo con significación política alguna.
Dilema: quedarse en Madrid o salir para el
Norte
Ya he dicho
anteriormente que la Comunidad era observante y fervorosa; frente a lo que se
preveía que iba a ocurrir, el superior y formadores de la Comunidad, se
plantearon el dilema de quedarse allí o ir a otra casa del norte de España que
los Oblatos tenían en el Guipúzcoa. Ciertamente, quizá no captaron las consecuencias
tan graves que iban a suceder y prefirieron salvar los valores de la Comunidad religiosa
que para nosotros, los Oblatos, es muy importante. Yo supe de esta decisión por
las conversaciones que tuve con los supervivientes.
Sobre los hechos
concretos de la detención, de cómo los bajaron al comedor convirtiéndolo
también en dormitorio, de cómo se incautaron de la casa, poniendo letreros de
la C.N.T., F.A.I., en las distintas habitaciones de los superiores, y de la primera
llamada a siete de los componentes de la Comunidad, de los cuales no se supo
más hasta después de la guerra, son hechos que forman parte de la Historia de
la Provincia de España de los Misioneros Oblatos.
Asalto y detención
Acerca de la reacción de
los Siervos de Dios ante la detención, puedo decir que se sorprendieron
enormemente y que lo supieron vivir con espíritu de fe y resignación cristiana.
Entre los Oblatos es
también conocido el hecho de que al día siguiente de la toma del Convento por
los milicianos, se personó el Alcalde de la localidad para tranquilizar a la
Comunidad y fue informado, por la misma Comunidad, que la noche anterior habían
sacado a siete Oblatos. Existe la sospecha de que el traslado que se hizo de la
Comunidad a la Dirección General de Seguridad, en Madrid, fue justamente para
evitar el que se hiciese una matanza allí.
El Provincial socorría a sus hermanos, con riesgo de su
vida
Sobre la vida en la
clandestinidad tengo referencia concreta del trabajo que hizo el P. Francisco
Esteban, Superior Provincial, procurando acomodar a los miembros de la
Provincia en lugares más seguros, e incluso, hizo algo semejante con las religiosas
de la Sagrada Familia de Burdeos, de las que eran capellanes y confesores los
Oblatos. Recuerdo una anécdota que se ha contado entre nosotros y es que
acompañando a una religiosa de esa Congregación, sospecharon de la identidad de
los dos y les llevaron ante un comité. Al pedirle su identificación, confesó
desde el primer momento que era religioso y sacerdote. El que presidía ese
comité le dijo: “No diga usted eso porque entonces está perdido”.
El P. Esteban arriesgaba su
vida al ir a visitar a los oblatos escondidos. También se jugó la vida en varias
ocasiones visitando a los que estaban refugiados por distintas pensiones y
casas de Madrid. A la salida de la Dirección General de Seguridad, el P. Blanco
les dijo que no podían volver a casa y, por consiguiente, que los que tuviesen
familias acudiesen a ellas a ver si les acogían. Muchos de ellos vinieron a la
Casa Provincial, que a los pocos días hubieron de dejar porque se incautaron de
ella.
Otro dato que puedo aportar
sobre el P. Francisco Esteban en estos momentos, es que cuando fue detenido por
segunda vez, estando en la pensión de la Carrera de San Jerónimo, les dijo sin
rodeos que estaban indocumentados porque eran religiosos y sacerdotes que
habían sido expulsados del Convento del que se habían incautado, razón por la
cual estaban en esa pensión.
Agustinos, Hospitalarios y otros religiosos, compañeros de prisión
De la pensión fueron
llevados detenidos a la cárcel Modelo donde se volvieron a encontrar todos los
Siervos de Dios supervivientes. Desde allí, a algunos los condujeron también a
otras cárceles. Por la historia de la Congregación, sé que estuvieron detenidos
desde mediados de octubre hasta finales de noviembre en que fueron ejecutados.
Sobre el trato en la
prisión he oído contar que vivían en unas condiciones infrahumanas, sometidos
no solamente a un maltrato físico, sino también, moral, por lo que suponían las
vejaciones, insultos, y esperar a que fuesen llamados para la “saca”. En cuanto
a los compañeros que tenían, no solamente estaban los Misioneros Oblatos, sino
también otros religiosos como Agustinos, Hermanos Hospitalarios de San Juan de
Dios y otros religiosos. Todo esto lo sé porque siempre lo he oído y vivido en
la Congregación y, de manera especial, por lo que he oído a los supervivientes
de la persecución.
A la espera de la oblación definitiva y
cruenta
Los Siervos de Dios
preveían el martirio desde su situación en la clandestinidad y en la prisión.
Máxime cuando eran llamados como, Serviliano Riaño que, al pasar por la celda
donde se encontraba el P. Mariano Martín, le pidió la absolución porque estaba
seguro de que iban a ejecutarlo, y a Porfirio Fernández, superviviente, le
pidió que le despidiese de sus padres.
El lugar de la ejecución
de los Siervos de Dios fue en Paracuellos del Jarama excepto los siete
primeros, ejecutados y tal vez sepultados en La Casa de Campo, y Serviliano
Riaño Herrero que fue martirizado en
Soto de Aldovea.
Antes del martirio uno de los
Siervos de Dios pidió permiso para dar la bendición a sus compañeros. Por la
descripción que nos han hecho de esta persona creemos que se trataba del P.
Francisco Esteban. Se dirigió a los ejecutores diciéndoles que sabían que les
mataban por su condición de religiosos y que les perdonaban.
Diversos testimonios de los supervivientes
Por lo que he podido
conocer y vivir, puedo declarar lo que recibí ya en el Seminario Menor. El P.
Jesús Alonso, misionero en California, nos visitó y los formadores le invitaron
a que nos hablase a los aspirantes. Este padre había estado detenido con los
Siervos de Dios y nos habló con mucho entusiasmo de lo que teníamos que ser
como futuros misioneros y nos proponía como ejemplo a seguir el heroísmo de
nuestros Mártires Oblatos.
En mi Noviciado
participamos en un concurso literario promovido por los estudiantes de Pozuelo
en honor de los Mártires. Durante seis meses tuve de Maestro de Novicios al P.
Mariano Martín, compañero de detención y de prisión de los Siervos de Dios,
quien lógicamente nos habló reiteradamente de los Mártires.
Tras el año de
noviciado, al llegar a Pozuelo, en septiembre de 1954, nos dio los ejercicios
espirituales el P. Delfín Monje, y en los recreos le acosábamos a preguntas
sobre la historia de los Mártires. Él fue detenido y estuvo preso y salió de la
cárcel maniatado al estudiante Juan José Cincunegui para ser fusilado. Relatándonos
su vivencia, a un cierto momento exclamó: “¡Qué lástima no haber muerto entonces!
Nunca estaré mejor preparado para presentarme ante el Señor” (para más información, ver arriba, en PÁGINAS, P.Monje).
En mis siete años de
estudios eclesiásticos en Roma, en el escolasticado internacional, se leía el necrologio de los Oblatos difuntos del
día. Al llegar la fecha del 24 de julio y, sobre todo, del 28 de noviembre, mis
compañeros de otros países (éramos alrededor de ciento veinte de Comunidad de
los cinco continentes), se interesaban por los pormenores del Martirio.
En mis doce años de estancia en
la comunidad de la casa de Pozuelo, tanto los retratos de los Siervos de Dios
en uno de los pasillos, como la lápida en la nueva casa, reavivaban mi
convicción del martirio de los Siervos de Dios y mi devoción hacia ellos.
Decisión de iniciar la Causa de Canonización
Al comienzo de mi
mandato como Provincial, en enero de 1994, se celebró una Asamblea Provincial
de los Misioneros Oblatos y se propuso a todos los asistentes la oportunidad de
comenzar la Causa de Beatificación. Todos los presentes asintieron
unánimemente. El Consejo Provincial asumió esta decisión de la Asamblea y
consideró oportuno consultar a todas y cada una de las comunidades oblatas. Todos
y cada uno de los miembros de las comunidades oblatas de la Provincia de España
respondieron unánimemente y firmaron a favor de iniciar la Causa de Beatificación
de los Mártires Oblatos. Por lo cual, lo pusimos en conocimiento del Superior
General y su Consejo para obtener el visto bueno para iniciar el proceso de canonización.
Actualmente, en el ámbito de toda la Congregación se constata un interés
creciente por esta Causa como lo he podido comprobar en septiembre de 1998 con
ocasión del Capítulo General.
Personalmente, siempre
he sentido una gran admiración y devoción hacia los Siervos de Dios y, sobre
todo, a lo largo de mi mandato como Superior Provincial les he confiado asuntos
importantes de la Provincia.
P.S. Al transcribir esta declaración, deseo reiterar mi gratitud al P. Eutimio González como Vicepostulador y a sus colaboradores por su impagable labor en el proceso diocesano. Quiero así mismo resaltar mi satifacción de haber colaborado en la promoción de la Causa en la fase apostólica (Roma) en calidad de Postulador General y, como tal, la alegría de haber culminado la Beatificación, celebrada en la catedral de Madrid el 17 de noviembre de 2011. ¡Laus Deo! ¡Bendito sea Dios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario