Luis Leroy, 2º Mártir Oblato de Laos
El sábado 15 de abril de 1961, sobre las 17 horas, tropas de la guerrilla entraron en Ban Pha, después de dos o tres días de combate en los alrededores y disparos de artillería. El domingo (2º domingo de Pascua) y el lunes reinó la calma. Los militares recorrían el poblado, y los agentes políticos comenzaron con su propaganda y hacían muchas preguntas respecto al Padre: “¿Tiene relación con los americanos? ¿Ha ayudado al partido de la derecha, los hmongs? ¿Hace informes? ¿No tiene una emisora de radio, armas? Algunos van a echar una ojeada curiosa por la misión, intercambian algunas palabras con el Padre.
El martes 18 de abril por la mañana el Padre Leroy celebra la misa y desayuna,
como de costumbre. Hacia las 9.30 unos soldados rodean la misión. Dar órdenes a
Anna, la vecina, de llamar al Padre. Ella está en la capilla. Ella sale y va a
encontrarse con los jefes, a la puerta de la cerca. Le dicen que han recibido
por radio una orden para el Padre para que regrese al centro de la Misión en
Xieng Khouang. El Padre responde que él no quiero abandonar a sus cristianos,
porque está solo él a Ban Pha para ocuparse de ellos, mientras de en Xieng
Khouang ya hay varios Padres.
Entonces le dicen que les entregue el revólver. Responde que no lo tiene
y que nunca lo ha tenido, es sacerdote. Quieren cachearlo, él se quita la sotana
y la camisa sin hacerse de rogar. En el bolsillo le encuentra el rosario y el
pañuelo, es todo. Se reviste y entra en su casa escoltado por dos soldados,
quienes revuelven rápidamente la habitación en busca del famoso revólver; entre
ellos hablan en vietnamita. Anna se pregunta si el llamado revólver no será la
cruz oblata que el Padre lleva en la faja… Finalmente los soldados se retiran
con algunas palabras de cortesía. El Padre entra en la capilla para rezar
y le dice a Anna que también ella rece mucho.
No había pasado media hora (11.30) cuando un numeroso grupo de la guerrilla
vuelve a casa del Padre Leroy. A los pocos instantes Anna, que está en su
propia casa preparando la comida, vio salir a todo el mundo. El Padre cerró
puerta y ventanas, mete la llave en el bolsillo y parte delante de cinco o seis
soldados: la cabeza descubierta y los pies descalzos, la cruz en la cintura, el
breviario bajo el brazo. Al pasar por delante de la casa de Anna, le responde a
una pregunta que ella le hace: “Voy a ver al comandante, que me lo
ordena”. Otros soldados se quedan ante la casa y prohíben la entrada.
Hacia las 14 horas vuelven algunos soldados; tienen la llave y responden
a Anna que les pregunta dónde está el Padre: “Se fue Xieng Khouang; venimos
a hacer el inventario poner en orden sus cosas.”
Al anochecer, hacia las 20 horas, reúnen la gente del pueblo para una Khosana –
una sesión de propaganda. “El Padre no ha sido ejecutado, por más que sea un
espía y un traidor. Es malo. Lo llevaron a Xieng Khouang; más tarde vendrá
otro, mejor, a remplazarlo.”
Dos o tres días después, el pillaje total de la misión por parte de los
soldados de la guerrilla: destruyen las imágenes, queman todo aquello que no
pueden llevarse.
El día de la captura del Padre Roy una mujer de Ban Pha Teu vio pasar al
Padre, rodeado de soldados, por el arrozal vecino al pueblo. Poco después oyó
varios disparos y pensó que habían matado al Padre no lejos del bosque. Por la
tarde, un grupo de mujeres del mismo pueblo, yendo a buscar leña para el fuego,
se toparon con soldados que las echaron atrás. Ellas, aterrorizadas,
regresaron a casa a toda prisa. Pocos días después descubrieron en el bosque,
en el mismo lugar, una tumba reciente, a la que quisieron darle un aspecto de
antigua cubriéndola con ramas y hojas secas por encima. Se comenta que el Padre
está enterrado allí, y ya nadie se atreve a acercarse.
Escrito por el P.
Roland Jacques, traducción de Joaquín Martínez Vega.
El P. Leroy en gira apostólica
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