¿Qué espíritu animaba a los Misioneros Oblatos?
“Sabían que, al quedarse
en Laos, dada la situación y el odio de la guerrilla contra la Iglesia, corrían
el riesgo de ser asesinados. Conscientes de esa eventualidad, jamás, subrayo el
jamás, dijeron ellos que aceptarían de buen grado abandonar la misión.
Cada uno de ellos dejaba ver claramente que, por el Evangelio en ese
país, ellos se entregaban por entero, que compartían plenamente los
sufrimientos y la miseria de la gente. La Iglesia nace de la Cruz y de
sacrificio. Esto vale también para la Iglesia en país de misión”. (Mons.
Alejandro Sataccioli o.m.i. Obispo emérito, Vicario Apostólico de Louang
Prabang)
"Mi
padre estaba gravemente herido en una pierna; la guerrilla le había disparado.
Llamamos al Pedre Coquelet, que vino para curarlo. En mi pueblo no había ni
iglesia ni residencia para el sacerdote; así pues se hospedó en nuestra casa y
quedó allí algunos días. Pero la herida era muy grave y mi padre tuvo que ser
operado después en Phonsavane. Mientras estaba en nuestra casa vino a
llamarlo el catequista de Houey Nhèng: otro enfermo lo necesitaba con urgencia.
Inmediatamente el Padre Coquelet agarró su bici para ir a su casa. Dos o tres
días más tarde vinieron de Houey Nhèng, insistiendo que tenían verdadera
necesidad de él con toda urgencia. ¡Así pues salió de nuestra casa pero no
llegó allá! La gente de mi pueblo comenzaron a buscarlo por todas partes, sin
encontrar rastro. Después alguien declaró que había visto unos milicianos que
agarraron su bici y la cargaron en un camión militar. Excavando en el lugar
indicado, Boun Ma golpeó la cabeza del Padre con la azada". (Testimonio para el proceso de la Causa de canonización)
El P. Coquelet en bici o con su pequeño caballo,
visita las aldeas, cura a los enfermos...
acude a todo grito de auxilio
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