Iglesia parroquial de San Julián, Villamor de Órbigo
No
abandonraré la comiunidad. Estoy dispuesto a morir
La comunidad parroquial de Villamor, aunque pequeña en número de familias, ha sido fecunda en vocaciones: Pasionistas, Oblatos, Palotinos, Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, etc.
Una carta de la maestra del pueblo (que publicamos más abajo) nos ofrece unas pinceladas sobre la infancia de Cecilio. Sabemos además, por testigos familiares, cuál era el clima religioso que se respiraba en familia. Se rezaba a diario el Rosario, incluso en verano, cuando los “apuros” de las tareas agrícolas aumentaban y las horas de trabajo y cansancio se multiplicaban. Eran labradores. No se faltaba jamás a Misa y acogían la capillita portátil de la Sagrada Familia, que circulaba de casa en casa entre los hogares del pueblo que aceptaban recibir esa original visita a domicilio.
Siendo junior (aspirante) oblato, iba de vacaciones en verano, se ponía incondicionalmente al servicio de la parroquia y ayudaba a sus padres en las labores del campo. Un día le saltó una china al ojo y el párroco le advierte que ya no podrá ser sacerdote. Es toda una tragedia para él. Escribe desolado a los Oblatos y lo tranquilizan asegurándole que esa deficiencia visual no será obstáculo para proseguir su itinerario vocacional.
En medio de la borrasca antirreligiosa que se cierne contra la Iglesia, su padre, alarmado por la quema de conventos, le escribe instándole a que regrese a casa donde estaría al seguro. Cecilio, que era ya religioso profeso, le contesta que, pase lo que pase, no abandonará la comunidad oblata y que está dispuesto a morir. Ésta era la actitud de todos sus hermanos de comunidad y de martirio. A la hora de su oblación cruenta Cecilio tenía sólo 23 años.
En su pueblo natal permanece su “memoria viva” y crecerá en adelante su devoción, gracias a una talla que le han hecho, que fue bendecida solemnemente por D. Camilo, Obispo de Astorga, y que ahora se puede venerar en un altar lateral de la iglesia parroquial.
Escribe
doña Lucrecia Marzán,
tras recoger datos sobre la infancia de Cecilio
Copia textual de
una carta de información:
Pozuelo de Alarcón.
Muy señor mío: Recibí su atenta
solicitando datos de la infancia del joven religioso Cecilio Vega.
Con sumo gusto me
propuse recoger la mayor información posible, creyendo en un principio sería
cosa fácil y que les podría mandar una relación amplia; pero voy a la realidad
y veo que son muy escasos los datos que me dan.
Primeramente, me ponen
en comunicación con una hermana de dicho muchacho, la cual no se acuerda de
ningún detalle de su hermano, pues cuando él manifestó sus deseos de irse
religioso, esta hermana se había ido con el mismo fin a la Congregación de la
Esperanza (Sagrada Familia de Burdeos), de la cual tuvo que venirse por motivos
de salud.
Intentamos informarnos
de la madre. Esta señora se encuentra muy delicada y al hablar de su hijo pasa
muy mal rato; a pesar de lo cual nos dice que desde pequeñito siempre el niño
hablaba de irse de fraile sin manifestar deseos ni preferencia por ninguna
orden y que según se desarrollaba la vida del pueblo, ni apenas se distinguían
preferencias y sí el deseo de ser fraile. El niño era obediente y debió de
marcharse a los 10 u 11 años a cuya edad los niños como V. sabe, se les domina
fácilmente. La asistencia a los actos religiosos creo no le costase trabajo,
pues ya manifestaba deseos de ser religioso; y que en el pueblo en general asiste
todo el mundo bien. A la escuela también asistía. Aquellos maestros han
desaparecido pero es de suponer fuera lo
obediente y respetuoso que parece era en la Iglesia y en la familia: en lo que
coinciden todos; lo mismo familiares que amigos de aquella época: es que era de
carácter bondadoso y alegre, por lo que todos le recordaban con cariño. Parece
ser que en sus juegos tenía gran afición. Tanto por las noches en su casa como
en sus juegos, improvisaba su púlpito y pronunciaba sus sermones o procuraba
figurar otros actos religiosos en los cuales se reservaba para él el papel de
sacerdote o fraile como aquí se les llama a los padres que por aquí vienen.
He procurado enterarme
si actuó como monaguillo a lo que nadie me ha contestado en sentido afirmativo
y como catequista a juzgar por la edad en que se fue.
En este pueblo hay un
buen número de padres Pasionistas y sin embargo él decidió irse a los padres
Oblatos. Quizá influyese en él que años antes se fueran a esta Congregación dos
muchachos de aquí, uno de ellos el P. Felipe García que creo está en América y
el otro el P. Angel Vega García, en Bilbao este último; el cual ha venido con
relativa frecuencia al pueblo.
Estos son los datos que
he podido recoger. Celebraría que fuesen útiles y con gusto les manifestaría
cuantos detalles pudiera recoger.
Su
affma.
Lucrecia
Marzán.
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