S. Pedro de la Rua, donde su padre era Sacristán
Beato Gregorio Escobar García
Las
primeras vacaciones: El día 22 de junio de 1925 vino a casa. Las vacaciones las
pasó en cuidarse de la Iglesia y de casa como si fuese un muchacho de servicio,
descansando a su padre como sacristán; y a su madre. No se avergonzaba por nada
ni por nadie, cogía la cesta y la lechera y a la compra. Así eran sus
vacaciones los años que vino a casa. El único recreo que tenía era andar con la
bici y le gustaba mucho.
El
cuarto año de vacaciones, las pasamos amargas, pues Gregorio se encontró con su
querida madre enferma de gravedad. El se cuidaba de todo, a todos animaba a
prepararnos para el día que Dios nos tenía asignado.
Gregorio
pasaba los días y las noches sentado a la cabecera de su madre, como si fuera
ya sacerdote que la preparaba a su querida madre para la hora de la muerte.
Llegó
el día en que Dios la llamó. El día 8 de septiembre de 1928.
¡Con
qué amo y con qué cariño hablaba a todos para la resignación! ¡Como un santo!
por la muerte de su querida madre.
Razón
tenía el pobre anciano al que entregó la limosna en Villatuerta a los 5 años: “tú serás santo”.
Carta del padre de Gregorio
Escobar
Carta textual recibida de su padre dando informes:
Muy señores míos y de mi mayor aprecio.
Habiendo recibido me hijo Francisco una
carta, comunicando diese detalles de su hermano Gregorio, de su infancia para
ser provechosos para la Comunidad y familia. He tenido el gusto y la
satisfacción de detallar su vida tal y conforme la practicó bajo mis órdenes
como padre. No tuve falta de imponerme para nada con Gregorio sabía bien su
obligación como hijo, como católico y como Religioso. Para mí que tenía algún
don de Dios. Tengo que decirles a Uds. que siento mucho, muchísimo, no se
dirigieran a mi como padre.
Nunca he olvidado a los Oblatos de
María Inmaculada.
Por Estella pasaron varios PP. o
Religiosos que llevan un santo Xto y me arrimé a ellos por saludarlos pero son
otros Religiosos. No teniendo más que comunicarles me despido de Uds. que así
les desea su s. servidor q. b. s. m.
Hilario Escobar.
P.D.
Las tías monjitas me aconsejan les mande las cartas que poseo como una reliquia
de mi querido hijo Gregorio.
Uds. las pueden copiar, me las devuelven; otras que
yo tengo el gusto de cuidarlas como si fuesen de mi hijo Gregorio.
También sus tías monjitas las guardan, como Uds.
pueden ver.
Según mi hijo Francisco, ese Hno. Angel Arnáez, que
escribió, es de Abárzuza (Navarra).
Sin más adiós.
Notas que el padre del P. Escobar nos da de su hijo:
Gregorio
Escobar y García, nació en Estella (Navarra) en la Rúa Nº 14, el día 9 de mayo
de 1912, Parroquia San Pedro. La Rua Mayor de Estella.
Siendo Párroco D. Felipe Elguezábal,
hoy canónigo y Mata Mayor de este Obispado.
A la de tres años le llevaron las
abuelas a Villatuerta (Navarra). Donde pasó en compañía de los abuelos, hasta
la edad de 6 años. En Villatuerta, se dedicó como un chico bueno en bajarles a
los pobres las limosnas muy contento.
Cuando el abuelo, le preguntaba ¿Tú que
has de ser? ¡Obispo! Siempre la misma contestación. Un día llamó un
pobre anciano; al entregarle la limosna, el anciano le dijo: “tu serás santo”.
Al oír esto, Gregorio corrió a contarlo
al abuelo saltando de contento.
A los 7 años entró en la escuela de
Párvulos que dirigen las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Estella.
Para los 8 años ya sabía ayudar a Misa.
Las Hermanas de Santa Ana al ver sus cualidades y su bondad lo destinaron para
Acólito. Le daban tres pesetas al mes, al desayuno y, a veces, a comer, de
contentas que las Hermanas estaban con él.
No tenía amigos, sus amigos eran los
libros y sus hermanos. También fue acólito de la Parroquia de San Juan Bautista
en Estella.
Para la edad de once años estábamos de
Sacristanes de la Parroquia de San Pedro. La Rúa Mayor de Estella.
Hasta la edad de los doce años
cumplidos. El se encargaba de preparar la ropa para la Santa Misa y de ayudar,
y ayudar a su difunta madre, a barrer y limpiar la Iglesia.
De mayor, en la escuela de Párvulas del
Colegio de Santa Ana pasó a los Señores Maestros. Ya en la escuela de mayores
pasó por Estella en julio a agosto del 1935, un P. Oblato de María Inmaculada
el cual lo apuntó para religioso. El día doce de setiembre de 1924 a la 1
½ de la tarde lo entregué en el convento
de Urnieta (Guipúzcoa).
Las primeras vacaciones: El día 22 de
junio de 1925 vino a casa. Las vacaciones las pasó en cuidarse de la Iglesia y
de casa como si fuese un muchacho de servicio, descansando a su padre como
sacristán; y a su madre. No se avergonzaba por nada ni por nadie, cogía la
cesta y la lechera y a la compra. Así eran sus vacaciones los años que vino a
casa. El único recreo que tenía era andar con la bici y le gustaba mucho.
El cuarto año de vacaciones, las
pasamos amargas, pues Gregorio se encontró con su querida madre enferma de gravedad.
El se cuidaba de todo, a todos animaba a prepararnos para el día que Dios nos
tenía asignado.
Gregorio pasaba los días y las noches
sentado a la cabecera de su madre, como si fuera ya sacerdote que la preparaba
a su querida madre para la hora de la muerte.
Llegó el día en que Dios la llamó. El
día 8 de septiembre de 1928.
¡Con qué amo y con qué cariño hablaba a
todos para la resignación! ¡Como un santo! por la muerte de su querida madre.
Razón tenía el pobre anciano al que
entregó la limosna en Villatuerta a los 5 años: “tú serás santo”.
De aquí pasó al convento del Noviciado
de Las Arenas (Bilbao). A continuación a Pozuelo de Alarcón (Madrid).
EL
SERVICIO MILITAR.
Le toca
en Pamplona (Provincia de Navarra) durante trece meses. Todos los días, iba a
la Santa Misa a la Parroquia de San Agustín, comulgaba y ayudaba a la Santa Misa. Varios días le
tocaba ayudar a D. Felipe Elguezabal, Canónigo y Notario Mayor del Obispado.
Venía a casa muchos sábados hasta el
lunes, Sus conversaciones con los familiares eran de ir a las misiones a
buscarse el martirio, por Dios y por las almas. Decía: yo quisiera me dejasen
en España mientras viviera mi padre, pero ante todo el martirio; yo no negaré
la fe por nada de este mundo.
Así era mi querido hijo Gregorio.
P.D.
Vivió y murió como un santo. Su querido padre:
Hilario Escobar.
Dado en Estella a 29 de septiembre de 1948, día de
S. Miguel Arcángel.
Carta
de D. Jose María Sola sobre Gregorio Escobar
Datos proporcionados por D. José María
Sola Pbro., Párroco de Arguiñano.
NOTA: D. Serafín Arriaga Pbro. De Estella testifica
que este, D. José Mª Sola, Párroco de Arguiñano (Navarra) fue durante dos años
desde los 10 a los 12 que Escobar permaneció con sus padres en Estella, que
entonces se hallaba en el Cabildo de la Parroquia de San Juan de Estella, fue
su confesor y quien le encaminó a la Congregación de los Misioneros Oblatos. De él
esta carta:
Navarra.- Arguiñano 9 de Octubre de
1950
R. Hno. Angel Arnáez
Pozuelo de
Alarcón.
Mi estimado Hno.: He recibido su carta
firmada el 4 de corriente, preguntándome sobre el P. Gregorio Escobar, natural
de Estella. a quien yo traté: Mucha satisfacción me ha causado su carta, porque
no me ha sorprendido por algunas noticias que tenía. No es mucho lo que puedo
darle, unas cartas que conservo como oro en paño, sobre todo después de su
gloriosa muerte, pues, desde que marchó a Urnieta poco estuve con él. Comenzaré
diciendo que conocí a Gregorio Escobar cuando yo era Capellán-Sacristán de la
Parroquia de San Juan de Estella, en la que él servía como monaguillo
juntamente con su hermano, mejor que él. Estaban siempre muy formales en la
sacristía, sentados en un banco para lo que se necesitase. Me fijé en su
formalidad y modestia y un día les dije en la sacristía: “¿Quisiérais
estudiar?”. No me contestaron nada, ni yo les dije más. A los pocos días
estando Gregorio solo en el mismo banco, le dije: “Gregorio, el otro día te
dije, si querías estudiar y no me contestaste nada”. Entonces me replicó: “¿Y
mis pobres padres...?”. Yo le contesté: “No te preocupes por eso, yo me
encargaré”. Al día siguiente fue a su casa y le propuse a su madre si quería
que le mandase a Urnieta al Colegio de los PP. Oblatos. Me dijo: “No puede ser
que no nos ayude”. Le repliqué: “No se cuide de eso que yo le pondré el equipo
que piden” y entonces se conformó. Antes yo había escrito al Colegio. Pronto le
dispuse lo que pedían del Colegio y marchó Gregorio a Urnieta. Allí se distinguió
por su buen talento y conducta y así fue apreciado por los Superiores. Por
entonces estaba allí el P. Manuel Muñiz con quien me comuniqué alguna vez y me
mandó facultad para imponer el Escapulario del Sagrado Corazón de Jesús y algunos
escapularios. Aquí tiene el comienzo de su vida que había de terminar con el
martirio. El se mostró agradecido, pues no se olvidó aún en los trances más
peligrosos. Aquí copiaré el trozo de la carta que me escribió en la milicia,
que más interesa, pues la anterior como no tenía tanta importancia, se conoce
que la inutilicé...
...Hasta aquí la carta del P. Gregorio.
Conservo el recordatorio de su Ordenación Sacerdotal. Es una fotografía de la
Virgen del Puy y en el reverso, dice así: “Entre tus manos, Madre amantísima del
Puy de Estella, pongo el Sacerdocio, que de las de tu Hijo he recibido”.
Gregorio
Escobar García. Oblato de María Inmaculada. Recuerdo de tan fausto día.
Pozuelo, 6-VI-1936. Imp. Fray Diego de Estella.
Y no puedo decirle más. Seguramente que
estas cartas tan edificantes pueden interesar a los estudiantes de ese Colegio.
Yo he querido guardarlas por contener
afectos de tantas virtudes y como recurso del principio tan sencillo que tuvo
una vocación que con la correspondencia a la gracia culminó en el martirio. Me
satisface que no se olvidará en el Cielo de quien le puso el pie para escalarlo
tan gloriosamente. Muchas vocaciones brotarían teniendo un poco de interés pero
no han tenido quien les dijera una palabra o hiciera algún sacrificio.
Aprovecho esta ocasión para ofrecerme, de V.R. afmo.
José María Sola, Pco.
Carta
de sor Petra Franco, maestra de Gregorio Escobar
Que era un niño ejemplar, calladito, aplicado,
obediente respetuoso con las Hermanas y nada pendenciero.
Las lecciones siempre las daba bien, pero en todas
ellas sobresalía el Catecismo, que siempre lo sabía muy bien.
Cuando por la edad tuvo que salir del
Colegio, siguió viniendo de monaguillo y daba el mismo ejemplo que de parvulito;
siempre formal, exacto en la hora, a las 7 de la mañana, a pesar de las nieves
y lluvias tan frecuentes durante el invierno, no faltaba ni un solo día.
Infundía devoción ver con qué cuidado hacía la
genuflexión y el respeto con que ayudaba
al Santo Sacrificio: Por eso nada nos extrañó cuando dijo que quería ser
religioso.
Aquí en el Colegio se conserva un grato recuerdo del
que fue párvulo ejemplar y monaguillo modelo.
Hna. Petra Franco.
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