martes, 12 de febrero de 2013

Muchas gracias, Santo Padre




La noticia de la renuncia de Benedicto XVI a seguir al frente de la Iglesia en el ministerio “petrino” ha caído como un rayo en un cielo azul. ¡Qué grande eres! decía en su blog el P. Fabio Ciardi. Grandeza de espíritu sobre todo por la motivación que le ha movido para tomar esta valiente e inesperada decisión: “por el bien de la Iglesia”. Hablando con una colega Postuladora decíamos que ya podíamos comenzar a recoger testimonios y documentación con miras a su futura canonización. Benedicto XVI, clarividente, humilde, santo“Lo queremos mucho y lo seguiremos queriendo”, le decía en un mensaje la Directora de un movimiento eclesial muy  importante. Yo quiero hacer mías esas palabras de Maria Voce. Añado otra más: ¡Gracias! Muchas gracias, Santo Padre, por estos ocho fecundos años al servicio de la Iglesia universal. Gracias también y a título particular por haber acogido favorablemente nuestra “súplica” para que la Causa de nuestros Mártires tuviera prioridad, gracias por habernos concedido la gracia de su beatificación en 2011, año jubilar de S. Eugenio de Mazenod. Gracias por las palabras que al día siguiente, domingo 18 de diciembre de 2011, dedicó a los nuevos Beatos en el rezo del Ángelus.

A continuación puede verse la declaración leída por el propio Papa el día 11 de febrero, durante el consistorio en que firmaba los decretos de canonización de varios beatos.



Queridísimos hermanos:

Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
BENEDICTUS PP. XVI

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