Levanto mis ojos a los montes... (Salmo 120)
El pasado 27 de Julio el pueblo de Siero de la Reina (León)
se volcó con sus Beatos Mártires Oblatos: José Vega Riaño y Juan Pedro del Cotillo. A las doce del mediodía las campanas de su Iglesia parroquial repicaban a fiesta. Los vecinos de esta pequeña localidad de la montaña de León ponían vida en sus calles a la par que dirigían sus pasos lentos hacia su también pequeño, conservado, limpio y bien adornado templo.
Los Beatos Mártires, hijos de Siero, fueron el centro de toda atención y miradas. De labios de una viejecita del lugar brotaron estas bellas palabras mientras miraba las montañas que circundan su pintoresco pueblo: “Hoy mi pueblo se ensancha al unir nuestro suelo con el cielo”.
La Eucaristía, único acto programado, presidida por el Obispo de León D. Julián
López Martín, solemnizada por las bien afinadas y conjuntadas voces del coro de
la Parroquia de Riaño, fue todo un canto
de acción de gracias al que unieron sus voces 14 sacerdotes concelebrantes y
multitud de sierenses vibrantes, fervorosos y participativos. Brilló por su sencillez.
Una corta monición de entrada bastó para unir los corazones de los asistentes
al corazón traspasado de los mártires. La breve y sustanciosa homilía de D. Julián López, captó la atención de todos
a manera que resaltaba la fortaleza y
firmeza de los Beatos ante su inminente martirio al que eran conducidos
mientras ellos caminaban con pie firme, y seguros de que la fuerza y el auxilio les venía del Señor.
Supo entrelazar la joven realidad martirial con el despertar fe, emociones y
sentimientos en familiares y la totalidad de asistentes. Unas palabras de
agradecimiento de Monseñor Ramiro dirigidas, al Obispo de León, autoridades
religiosas y civiles, y a todo el pueblo de Siero, puso el broche final a la
Eucaristía.
En su Iglesia
quedó la impronta de los Beatos para el recuerdo y para su advocación, devoción
y súplica de intercesión: Una placa en
la que se lee una breve reseña de la vida de los Beatos, y dos cuadros enmarcando
la Partida de Bautismo de cada uno, configuran la tríada colocada en el frontal donde se encuentra la
Pila bautismal en la que fueron bautizados los dos mártires. Un detalle que mereció los elogios del Sr. Obispo por su
significado y referencia a la semilla de
su nuevo nacimiento, hoy convertida ya en árbol corpulento de frutos maduros.
Al finalizar la Eucaristía todos los
asistentes fueron invitados a un refrigerio preparado en la explanada de la Iglesia, y posteriormente el párroco de
Siero, alma de la liturgia de la misa, invitó a obispos, sacerdotes y
familiares venidos de lejos a la “liturgia de la mesa”. Un largo y feliz rato
de convivencia y diálogo. Alguien en la sobremesa afirmó: “Merece la pena
promover este tipo de encuentros animados por causas tan nobles. Y dejó volar a
modo de interrogante este mensaje: ¿Se puede soñar en que un día cualquiera, en
un lugar cualquiera, promovida por una persona cualquiera unamos voces y
corazones de familiares, amigos, simpatizantes y vecinos de los 23 Mártires
Oblatos?
Si a ti, X,
te ilusiona la idea, recógela, dale forma y contenido, propágala y
materialízala. Tú puedes hacer que un sueño se convierta en realidad, viendo a
pueblos y gentes diversas reunidos bajo el signo de la unidad y el amparo de nuestros intercesores.
Así transcurrió un día pleno, feliz animoso y fraterno, en Siero de la Reina
entre aromas de santidad y el palpitar oculto y silencioso de los BEATOS MÁRTIRES
OBLATOS: JOSÉ VEGA Y JUAN PEDRO COTILLO.
José Antonio Antón Pacho OMI
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