El Beato Serviliano
Riaño Herrero nació el 22 de abril de 1916 en
Prioro, un pueblo de la montaña de León. Al
terminar su noviciado en Las Arenas (Vizcaya), hizo su primera oblación
temporal el 15 de agosto de 1933. Pasa a Pozuelo para continuar los estudios
con miras a la ordenación sacerdotal. Serviliano procedía de una comunidad parroquial muy
religiosa y creció en el seno de una familia ferviente: en el camino de la consagración
a Dios ya le habían precedido dos hermanas: Consuelo y Sabina, religiosas de la
Sagrada Familia de Burdeos, y le seguirán después algunos sobrinos.
Prisionero con
toda la comunidad en el propio convento, pasará después a la clandestinidad
para terminar en la cárcel Modelo de donde un día y en una “saca” distinta de la de sus hermanos Oblatos, compañeros de prisión, fue llamado al sacrificio y martirizado en Soto de Aldovea,
Torrejón. Al oír su nombre, Serviliano se acercó a la celda del P. Martín para pedirle
la absolución “in artículo
mortis”. He aquí cómo lo relata ese mismo Padre, superviviente.
Ingresó algo después que nosotros en la cárcel Modelo y una de las
primeras conversaciones que tuvimos fue sobre poesía. Había sido detenido y
llevado a un teatro convertido en cárcel provisional y allí conoció a un
individuo que le enseñó a componer poesías en un nuevo género, y él había
compuesto alguna que no pude leer.
El día 8 de Noviembre sacaron una gran expedición de la Cárcel Modelo,
como represalias por la aproximación de las fuerzas Nacionales o yo no sé por
qué. En las listas estaba el nombre del Hno. Riaño. El estaba en el
último piso de la galería quinta, y en cuanto supo que era él uno de la expedición,
vino a mi celda y llamó diciendo: “¡Padre Martín, P. Martín, deme la
absolución, que me llevan!”. Por el ojo de la puerta se la di, y no volvimos a
saber más de él hasta que al terminarse la guerra encontraron su cuerpo y lo
identificaron en Torrejón de Ardoz, y fue trasladado a Paracuellos del Jarama. Mariano Martín, O. M. I.
Serviliano compartía con ese Padre la vena poética. A
continuación publicamos una poesía en la que se trasluce su sueño de poder, en su día,
transformar "las espigas" (el pan de trigo) en el Cuerpo de Cristo.
Pero su “1ª Misa” se tronchó en el ofertorio de su oblación cruenta,
oblación total y perpetua. Leer a continuación esa poesía.
“EL Sueño de las
espigas”
Por los campos de la
siega
de la tierra
castellana,
sobre un ritmo de
segures
en la mies
tornasolada
va flotando una
canción
que el aire lleva en
sus alas.
Canción que han
echado al aire
sobre Castilla la
parda
los segadores
cenceños,
tez morena y alma
blanca.
“¡Ya están las mieses
maduras
y las espigas, doradas!.
Segad religiosamente,
que las espigas son
santas;
cortad las más
opulentas
de vuestra rica
besana
y en las horas de
trilla
con cuidado
desgranadlas.
En el molino del río
sacad harina nevada
y ofrendádsela a
Jesús
para la cena del
alba,
que están sus trojes
vacías
y de hambre mueren
las almas.
Canción de los
segadores
que siegan en la
llanada,
oyéronla las espigas
de la tierra
castellana.
Por eso crecen
hermosas,
por eso suben tan
altas
soñando todas con ser
el Blanco Pan de las
almas,
¡que eso sueñan las
espigas
bajo la noche
estrellada!.
Serviliano Riaño, o.m.i.
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