Nuestro Señor Jesucristo fue enviado por el Padre “para dar la Buena
Noticia a los pobres”. Llamó algunos discípulos a tomar parte en su misión, y
desde entonces, sigue llamando a otros para que le sigan. Este fue el
llamamiento que oyó S. Eugenio de Mazenod. Abrasado de amor a Cristo y a su
Iglesia, quedó profundamente impresionado por el abandono en que estaba el
pueblo de Dios. Decidió ser “el servidor y el sacerdote de los pobres” y sacrificar
por ellos su vida entera. Ante la magnitud de la empresa, reunió junto a sí a
algunos sacerdotes, animados del mismo celo ardiente por los más abandonados
y los impulsó a vivir juntos (OMI CC.RR)