martes, 29 de enero de 2013

Su sueño, la Misa





 Basílica-Santuario de la Vigen de los Remedios y del Milagro


Seguimos publicando algunas cartas solicitadas por los escolásticos de Pozuelo y reunidas en un folleto, allá por los años 40.
Hoy presentamos dos, enviadas al solicitante, el hermano José María González (Chema), hoy sacerdote. Se las envían dos párrocos navarros. Nos dan algunas informaciones sobre la infancia y juventud del Beato Justo Gil Pardo, natural de Luquin o Lukin, un pueblo de Tierra Estella (Navarra), que tiene dos iglesias monumentales: la de San Martín, titular de la parroquia, y la de la Virgen de los Remedios y del Milagro. Esos templos, cercanos el uno del otro y no lejos del hogar paterno, eran la segunda casa de Justo, pues desde niño no faltaba un solo día a Misa. Prestaba el servicio litúrgico de monaguillo en ambas. Al decir de su hermana, se celebraban muchas Misas sobre todo durante el novenario de la Virgen y él ayudaba en todas. De ahí surgió temprano su sueño de poder celebrar la Misa él mismo; pero tuvo que esperar hasta los quince años para poder iniciar su camino hacia el altar, porque la numerosa familia y la escasez de recursos económicos de sus padres no le permitían ingresar en el seminario diocesano de Pamplona. Un benemérito sacerdote, amigo de los Oblatos, lo orientó, como a su paisano de Estella, el también Beato Gregorio Escobar, al juniorado de Urnieta y así se le abrió el camino hacia el sacerdocio. Cuando estaba  ya cerca de la meta (era diácono) y sus hermanas, con las Hijas de la Caridad establecidas en el pueblo, le estaban preparando con gran ilusión los ornamentos para la  primera Misa, gracias al martirio, voló a cantarla en el Cielo. Tenía 26 años.

Ver las cartas-testimonio a continuación:

                                                                             


 Luquin, 26 de noviembre de 1949

 R.H. José Mª González. Madrid.

        Muy Rdo. Hno.: Están en mi poder sus dos cartas, interesándose de los datos que pueda adquirir para  la biografía del religioso Oblato, Justo Gil Prado.
        He tardado en contestarle por diversas razones y las principales son: por no hallarse en esta Parroquia sus familiares cuando recibí la carta y por haber solicitado de un sacerdote amigo de Justo los informes o datos que me piden, sin que hasta el presente los haya recibido.
        De su familia he recogido en síntesis los datos que le adjunto:
De carácter dócil y sencillo desde su infancia, pasó sus primeros años con los demás niños alternando en la escuela y el cuidado de la familia sobresaliendo por su docilidad.
        Hizo a los siete años la primera Comunión con candidez de niño amante de Jesús Sacramentado, a quien desde ese día recibió a diario oyendo al mismo tiempo la Santa Misa y acercándose cada semana al Sacramento de la Penitencia. Ya en esa época comenzó a manifestar sus deseos de ser Sacerdote del Señor, deseos que fueron creciendo con la edad, pero sus padres, de familia humilde y faltos de recursos, comenzaron a inclinarle al estado religioso a fin de poder satisfacer sus deseos de Sacerdocio y por amistad de sus padres con el que a la sazón era Párroco de Urbiela, debido a insinuaciones e instrucciones de dicho Sr. Párroco llegó al conocimiento de  los PP. Oblatos, a donde se encaminó con otros amigos en solicitud de admisión.
        Con la vocación de religioso manifestó un deseo ardiente de dedicarse en tierras de Misión a la evangelización de los infieles.
        Eran sus devociones favoritas la del Sgdo. Corazón y a N. Sra. la Virgen de los Remedios y del Milagro que se veneran en esta Parroquia, recibiendo culto constante de los devotos de toda la comarca en su Santuario-Basílica, separada de la Parroquia.
        Su ocupación favorita eran los libros religioso y de piedad, alternando el estudio y lectura, ocupándose en sus ocios en trabajos manuales, preferentemente los de carpintería.
        Era respetuoso con todos y guardaba un cariño especial a sus padres, a quienes respetaba como a tales y lo mismo en cuanto al cariño con sus hermanos a quienes entretenía y animaba con sus charlas y dichos ingeniosos.
        A su porte sencillo, unía su jovialidad, sobre todo cuando jugaba con sus amigos a sus juegos favoritos, la pelota y el fútbol, portándose con ellos afable, respetuoso y humilde sin que se notara en él deseo de sobresalir entre los demás.
        En cuanto a su actuación en la escuela, era aplicado y gustaba de aprender, notándosele afán por asistir a la escuela con puntualidad: mostraba disgusto cuando tenía que perder un día de escuela.
        Estos son los datos que me da su familia, con los que concuerdan los demás vecinos.
        Quizá el Sr. Párroco de Arróniz pudiera proporcionarles algún dato más, debido a su amistad y convivencia algunas temporadas con él.
        Supongo que, aunque he demorado en contestarle, no llegarán tarde los datos que adjunto.
        No tuve el gusto de conocerlo personalmente, ya que me hice cargo de esta Parroquia el año 1944 y debido al corto tiempo que vivió en su casa no creo que se puedan recoger muchos datos más; y que, según testimonio de otra persona, no sobresalió de manera que llamara la atención al pueblo, como que fue una vida sencilla la suya durante su permanencia en esta Parroquia.
        Perdone mi tardanza y deseando poder servirle en lo sucesivo, se ofrece y le saluda affmo. y s. s. en Xto.

                                       Miguel Cía Uriz, Párroco.


Arróniz (Navarra) 3 octubre de 1950

                R. H. José Mª González
                Pozuelo de Alarcón (Madrid)

        Muy Sr. mío: En mi poder la suya del 17 del pasado mes. Sí que me acuerdo del Hno. Justo Gil, cuando era niño, hace por tanto de esto muchos años. Pero no recuerdo ningún detalle digno de mención porque fueron muy pocos los días que yo pasaba en su pueblo en mis vacaciones de verano. Tengo un recuerdo general de que era de una bondad muy agradable y simpática, pero desgraciadamente no queda en mi memoria ninguna anécdota o rasgo sobresaliente. ¡Han pasado tantos años!. Yo le veía y lo trataba en casa de mis tíos de Luquin, a donde solía ir todos los días para ayudarles en algunas cositas. Lástima grande que no pueda darles más ayuda.
        Dios que está por encima de todo, hará que esas almas privilegiadas y galardonadas con la mejor de las palmas, salgan un día de anonimato. Le saluda atte. su afmo.
                               Nicandro Santesteban (Párroco).

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