domingo, 4 de noviembre de 2012

El sueño de Serviliano




El Beato Serviliano Riaño Herrero nació el 22 de abril de 1916 en Prioro, un pueblo de la montaña de León.  Al terminar su noviciado en Las Arenas (Vizcaya), hizo su primera oblación temporal el 15 de agosto de 1933. Pasa a Pozuelo para continuar los estudios con miras a la ordenación sacerdotal. Serviliano procedía de una comunidad parroquial muy religiosa y creció en el seno de una familia ferviente: en el camino de la consagración a Dios ya le habían precedido dos hermanas: Consuelo y Sabina, religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, y le seguirán después algunos sobrinos.  

Prisionero con toda la comunidad en el propio convento, pasará después a la clandestinidad para terminar en la cárcel Modelo de donde un día y en una “saca” distinta de la de sus hermanos Oblatos, compañeros de prisión, fue llamado al sacrificio y martirizado en Soto de Aldovea, Torrejón. Al oír su nombre, Serviliano se acercó a la celda del P. Martín para pedirle la absolución “in artículo mortis”. He aquí cómo lo relata ese mismo Padre, superviviente.



Ingresó algo después que nosotros en la cárcel Modelo y una de las primeras conversaciones que tuvimos fue sobre poesía. Había sido detenido y llevado a un teatro convertido en cárcel provisional y allí conoció a un individuo que le enseñó a componer poesías en un nuevo género, y él había compuesto alguna que no pude leer.

El día 8 de Noviembre sacaron una gran expedición de la Cárcel Modelo, como represalias por la aproximación de las fuerzas Nacionales o yo no sé por qué. En las listas estaba el nombre del Hno. Riaño. El  estaba en el último piso de la galería quinta, y en cuanto supo que era él uno de la expedición, vino a mi celda y llamó diciendo: “¡Padre Martín, P. Martín, deme la absolución, que me llevan!”. Por el ojo de la puerta se la di, y no volvimos a saber más de él hasta que al terminarse la guerra encontraron su cuerpo y lo identificaron en Torrejón de Ardoz, y fue trasladado a Paracuellos del Jarama. Mariano Martín, O. M. I.



Serviliano compartía con ese Padre la vena poética. A continuación publicamos una poesía en la que se trasluce su sueño de poder, en su día, transformar "las espigas" (el pan de trigo) en el Cuerpo de Cristo. Pero su “1ª  Misa” se tronchó en el ofertorio de su oblación cruenta, oblación total  y perpetua. Leer a continuación esa poesía.














“EL Sueño de las espigas”

Por los campos de la siega
de la tierra castellana,
sobre un ritmo de segures
en la mies tornasolada
va flotando una canción
que el aire lleva en sus alas.
Canción que han echado al aire
sobre Castilla la parda
los segadores cenceños,
tez morena y alma blanca.
“¡Ya están las mieses maduras
y las espigas, doradas!.

Segad religiosamente,
que las espigas son santas;
cortad las más opulentas
de vuestra rica besana
y en las horas de trilla
con cuidado desgranadlas.
En el molino del río
sacad harina nevada
y ofrendádsela a Jesús
para la cena del alba,
que están sus trojes vacías
y de hambre mueren las almas.

Canción de los segadores
que siegan en la llanada,
oyéronla las espigas
de la tierra castellana.
Por eso crecen hermosas,
por eso suben tan altas
soñando todas con ser
el Blanco Pan de las almas,
¡que eso sueñan las espigas
bajo la noche estrellada!.
           
Serviliano Riaño, o.m.i.


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