viernes, 27 de noviembre de 2009

Cecilio Vega Domínguez


Datos biográficos

Cecilio Vega Domínguez nació en Villamor de Órbigo, diócesis de Astorga y provincia de León, el 8 de septiembre de 1913. Fueron sus padres Juan y Micaela, humildes labradores que vivían del trabajo en el campo. De buena conducta moral y amigos de hacer muchos favores en el pueblo. Era una familia numerosa, nueve hijos, y profundamente cristiana.
Cecilio comenzó el noviciado el 14 de agosto de 1930. El día 15 del año siguiente hace su primera oblación y pasa a Pozuelo para cursar los estudios eclesiásticos.
El 23 de diciembre de 1934 hace su Oblación perpetua y se inicia en las órdenes menores (actuales ministerios).
También él, al igual que Manuel Gutiérrez, tras dos días de incertidumbre, ansiedad y vejaciones en su propio convento, es “sacado” de su propio domicilio en la noche del 24 de julio de 1936 y fusilado de madrugada en la Casa de Campo.
Tenía 23 años. Era subdiácono y estaba ya a las puertas del diaconado y del sacerdocio.

Testimonios

Su hermana Manuela nos dice:
“Teníamos la Sagrada Familia (capillita portátil) que venía y viene todos los meses por las casas. El Rosario lo rezábamos todo el tiempo, y en verano, cuando había mucho trabajo, mi padre nos rezaba el Rosario de la Buena Muerte, que era más rápido. Y por supuesto íbamos siempre a Misa”.
Cuando estaba en el juniorado (seminario menor) iba de vacaciones en verano. Hacía de catequista en la parroquia y trabajaba con su padre en el campo.
A lo largo de su corta vida, destaca en Cecilio su constancia y tesón ante las dificultades que iba encontrando en los estudios, entre otras causas, por un accidente desafortunado en el trabajo agrícola, que le ocasionó la pérdida de un ojo.
Hombre de buen corazón, dócil, noble, piadoso y franco. De buen espíritu en la convivencia con los demás.

Durante el año de noviciado se entrega con entusiasmo a las tareas propias de ese año de intensa formación para la vida religiosa. Esta actitud provoca en los formadores la firme esperanza de que será un buen religioso y celoso misionero.
Los informes posteriores reiteran esos mismos rasgos.
Su hermana pone de relieve su devoción a la Santísima Virgen y a la Eucaristía y la confianza que depositan ahora en él para acudir a su intercesión:
“Yo creo que (mi hermano) está en el Cielo y que por su intercesión se me conceden algunas cosas. Le rezo como se reza a San Antonio o a San Roque porque, para mí, es un Santo como ellos. Mi difunda hermana Elisa me dijo que le había pedido una cosa y que se la había concedido. Decía que era un verdadero milagro; pero nunca me dijo lo que le había pedido. También decía que en sus necesidades había acudido a él y que muchas veces le había ayudado” (M. V. D.)

Martirio

Su sobrina Virginia Domínguez y su hermana Manuela nos hablan de una carta en la que resalta su disposición al martirio. En dicho escrito, respondiendo a la invitación de su padre para volver a casa porque va a estallar la guerra y van a quemar los conventos, Cecilio le responde que está dispuesto a morir y que no abandonará la comunidad.

¡Lástima que este precioso documento haya desaparecido en un incendio!
El proceso de su martirio es en todo similar al de los anteriores.

Tenemos certificado de su defunción

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