José Guerra Andrés
Natural
de León
22 años
Oblato
profeso de votos temporales
Hombre responsable, siempre contento y afable
que sabía ganarse a los demás. La pintura era su afición y tenía dotes para
ello. También demostraba buen gusto para la decoración. Siempre que se le
requería, ponía estos talentos al servicio de la comunidad. En el noviciado se
manifiesta con más intensidad su carácter alegre, la tendencia a las bromas, a
hacer reír y agradar. Fiel a la Regla, recibía de buen grado las observaciones
y las tenía en cuenta. La prisión y el martirio le sorprenden cuando se estaba
preparando para hacer su oblación perpetua.
Datos biográficos
José Guerra Andrés nació el 13 de noviembre de 1914 en León, capital de la provincia y
diócesis del mismo nombre. Fue bautizado el 9 de diciembre del mismo año. Desde
muy joven se entusiasmó con la vocación misionera y en septiembre de 1926
ingresó en el seminario menor de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada en
Urnieta (Guipúzcoa). Allí cursó los estudios secundarios que le prepararon
intelectual y espiritualmente para ingresar en el noviciado en Las Arenas
(Vizcaya) el 13 de septiembre de 1931 e hizo sus primeros votos el 14 de
septiembre de 1932.
Detención y martirio
Incorporado en la comunidad del Escolasticado
de Pozuelo, inicia sus estudios eclesiásticos. Cuando ya había terminado el
segundo año de teología y tenía ante la vista la oblación perpetua, el 22 de
julio de 1936 fue detenido con toda la comunidad religiosa y hecho prisionero
en el mismo convento. Llevado a la Dirección General de Seguridad el 24 de julio, recupera
la libertad que le permite refugiarse con otros Oblatos por diversas casas. El
15 de octubre fue detenido nuevamente con los demás Oblatos y encarcelado. El
28 de noviembre José Guerra fue sacado de la cárcel con doce de sus hermanos e
inmolado en Paracuellos del Jarama. Tenía 22 años.
Semblanza
Quienes le conocieron dicen de él que “era un
joven pacífico, de trato agradable, enfrascado en su gran afición que era la
pintura y que se le daba de maravilla. Con ella prestó buenos servicios.
Efectivamente, cada vez que se necesitaba un cartel o un paisaje para decorar
un escenario, allí esta Guerra con su pinceles”.
Testimonio
“Sobre la vida que llevaban en la cárcel, dice un testigo, quiero señalar dos aspectos. Uno fue la dedicación que tuvieron los religiosos hacia los demás prisioneros, en cuestión de enseñanza y caridad, dentro de sus posibilidades. Intentaban vivir una vida de piedad, rezando el Rosario.
“Sobre la vida que llevaban en la cárcel, dice un testigo, quiero señalar dos aspectos. Uno fue la dedicación que tuvieron los religiosos hacia los demás prisioneros, en cuestión de enseñanza y caridad, dentro de sus posibilidades. Intentaban vivir una vida de piedad, rezando el Rosario.
“El segundo aspecto era el trato que recibían
por parte de los carceleros. Fue muy duro, intentando separar a los más
jóvenes, buscando que blasfemasen y que apostataran de la fe, comentando entre
los milicianos que si no podían con los más jóvenes, con los mayores sería
imposible. ‘Éstos no tienen remedio’ decían los milicianos. Llegaban inclusive
al maltrato físico dándoles culatazos en los pies, siendo ésta una de las
torturas más frecuente”. (…) “Las condiciones físicas eran muy duras porque no les
daban de comer con regularidad y además la comida era mala. Apelotonamiento en
las celdas, pasando frío... En la cárcel de San Antón el hacinamiento era tal
que algunas noches tenían que dormir de pie”
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